¿Qué es la Historia?

"La Historia cuenta lo que sucedió, la Poesía lo que debía suceder"

Aristóteles (384-322 a.C.)

lunes, 5 de febrero de 2018

El acto de bendición del templo parroquial de Riotinto en 1914



El día 15 de septiembre de 1916, y por causa de los inexorables avances del laboreo minero, tuvo lugar la demolición de la iglesia de La Mina o Riotinto Pueblo, núcleo urbano original que fue paulatinamente destruido, al tiempo que se trasladaron sus construcciones más básicas a diversas localizaciones alternativas que, con el paso del tiempo, conformarían la unidad urbana actual de la villa de Minas de Riotinto. 

En este sentido, e incluso antes de ser demolido el primigenio templo parroquial de la localidad, que fue erigido entre 1789 y 1792 bajo el reinado de Carlos IV, de dos torres y siguiendo la tipología edilicia propia de la serranía onubense, se determinó la pronta construcción de una nueva iglesia para el culto católico, estableciéndose, esta vez, en el núcleo poblacional de El Valle.
 
De tal forma, y una vez aprobado el proyecto edilicio, a las 11:00 horas del 30 de diciembre de 1914, aconteció la ceremonia de bendición y colocación de la primera piedra del nuevo templo parroquial, que sería financiado por la The Rio Tinto Company Limited, la sociedad británica que explotaba las minas desde 1873. Así, la iglesia proyectada constaría de tres naves elaboradas en mampostería, y siendo la central de una mayor altura, con ventanales de medio punto y bordes de ladrillo, que se situaron en los laterales de la nave, cubriéndose el espacio interior con una cubierta principal a dos aguas formada con la típica teja inglesa. 


 La demolición de la primigenia iglesia riotinteña en 1916. Fuente: elaboración propia.
 

Asimismo, asistieron al acto en calidad de invitados de honor numerosas autoridades del ámbito empresarial, civil y eclesiástico local, destacando el director de dicha compañía minera Walter Browning, el jefe de la Agencia de Trabajos, Richard Sutherland Low y el segundo jefe de Contabilidad Patrice Rowell en representación de la compañía británica; mientras que el alcalde-presidente Eustaquio Iglesias Mora, los regidores Evaristo Mortgat Villegas, Domingo Pérez Velasco, Eleuterio Márquez Wert, Rafael Bautista Jiménez y el Secretario Municipal Manuel Mantero Arroyo, hicieron lo propio por parte del consistorio riotinteño.

Igualmente, estuvieron presentes el juez municipal Florentín Gil Mora, el fiscal Diego Bando Macías, y el secretario del Juzgado Antonio Mojarro González; el teniente de la Guardia Civil Francisco Fernández Ortega; los médicos titulares del hospital Leandro Pérez Vizcaíno y Gregorio Serrano, los maestros de las Escuelas Nacionales Julio Chic Pérez y José Carrasco Padilla; el administrador de correos Miguel Ángel Díaz, los jefes de construcciones Carlos Muñoz Gallardo y Eustaquio Andrés Zabaleta Mora, el jefe del Departamento de Guardas Segundo Marero Zapata y el director del diario local, José María Fontela Granado.

Sin embargo, y por tratarse de una inauguración religiosa, acudieron obviamente diversas autoridades eclesiásticas propias de la Archidiócesis de Sevilla, de la que dependía la villa minera, destacando la presencia del cura de la localidad Antonio Delgado López, el párroco de la vecina villa de El Campillo Cayetano Márquez Benjumea y el capellán del hospital Juan Marín Quintero. 

El acto se inició con una “solemne misa cantada con plática alusiva al acto” que, tras concluir, prosiguió con la bendición y colocación de la primera piedra del que sería el futuro Templo Parroquial, bajo la advocación de la patrona Santa Bárbara. Además, y si bien la compañía británica costeó los gastos de edificación, se siguieron las planificaciones estipuladas por el arquitecto diocesano Mariano González Rojas.


 Acto de colocación de la primera piedra de la iglesia de Santa Bárbara en El Valle. Fuente: www.recuerdosderiotinto.blogspot.com
 

Esta futura edificación sacra serviría, además, con la finalización de las obras a partir de 1917, como lugar de descanso eterno de los restos del párroco de la villa Antonio Muñoz Arteaga, quien falleció en 1907 a la edad de 79 años, tras ejercer 39 su curato en la localidad riotinteña. Ello se argumentó por ser el clérigo una figura muy querida y admirada en dicha villa; pues, al decir de la época, el Padre Muñoz donaba gran parte de sus ingresos como clérigo a los más necesitados, así como un ofrecimiento constante de su servicio tanto material como espiritual a los enfermos de la localidad. Así, por estas consideraciones, se dispuso su traslado tras diez años enterrado en el cementerio municipal hacia la recién dispuesta nueva fábrica parroquial de El Valle, acompañando la procesión un gran número de vecinos deseosos de mostrarle su último respeto. 

Finalmente, y en referencia al acto simbólico de colocación de la primera piedra, se levantó acta del acontecimiento, remitiéndose el original firmado a la Secretaría de Cámara y Gobierno del Arzobispado, y quedando guardado una copia de éste en una caja metálica junto con diversas monedas y ejemplares de periódicos de la época que sería depositada en los cimientos de la fábrica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario