A
mediados y finales del siglo XVIII, el reino de España realizó
importantes esfuerzos en la labor de reconocer la costa noroeste de
América, organizando expediciones que partían desde sus posesiones
americanas meridionales. Así, por ejemplo, destacan los viajes del
bilbaíno Bruno de Heceta (1744-1807) y de Juan Francisco de la Bodega y Quadra
(1744-1794), quienes bordearon la costa norteamericana hasta los 58º
de latitud norte, tomando contacto incluso con los establecimientos
comerciales rusos sitos en dicho litoral.
En
este mismo sentido, de la Bodega realizaría posteriormente, en el
año 1779, un nuevo viaje de descubrimiento con el marino aracenense
Ignacio de Arteaga y Bazán (1731-1783), alcanzando y reconociendo el
territorio de la actual Alaska. En concreto, se trató de la tercera
expedición de altura para reconocer dicha costa y Arteaga fue el
oficial al mando de tal viaje.
Aportando
aquí datos biográficos sobre su persona, cabe destacar que Ignacio
Fernando de Arteaga Bazán e Infante nació en Aracena el 17 de
febrero de 1731, siendo hijo de Rosa Infante Esquibel, natural de
Aracena, y de Diego de Arteaga y Bazán, quien era alcalde de la
villa de Cumbres de San Bartolomé. Su bautismo católico tuvo lugar
el día 26 de ese mismo mes, estando apadrinado por su tío Fernando,
también natural de Cumbres de San Bartolomé.
Transcurridos
los años de juventud y, tras confirmarse su condición de hidalgo
por ambas líneas de parentesco, comenzó su carrera como marino de
la Armada el día 20 de octubre de 1747, sirviendo como guardia
marina. A su vez, el 20 de marzo de 1754 adquirió el empleo de
alférez de fragata; tres años más tarde fue ascendido a alférez
de navío y, el 13 de julio del año 1760, obtuvo el cargo de
teniente de fragata. Pasados algunos años más como oficial
experimentado, el 3 de sepiembre de 1767, fue ascendido a teniente de
navío y, ya en el fin de sus días, el 4 de octubre de 1783, fue
promovido a capitán de fragata.
Grabado de un puesto fortificado español en la entrada de Nutka (Canadá). Fuente: www.ceres.mcu.es
Su
primer viaje transoceánico comenzó en abril del año 1751, cuando
embarcó en el buque de transporte La Negrilla hacia La
Habana, bajo las órdenes del capitán de fragata Antonio de
Valcárcel. Igualmente, en septiembre de ese mismo año fue destinado
en otro buque, la Princesa, comandado por Simón de Herrera,
para regresar a la península. Con posterioridad embarcó en navíos
como el Terror, Terrible, Juno,
Soberano, Águila
o Castilla.
A medida que consiguió mayor
experiencia en el mar, ya en el año de 1766, el aracenense obtuvo
su primer mando, comandando la balandra Víbora a
fin de incorporarse en La Habana a la escuadra de Agustín Idiáquez.
Finalmente, llegado el mes de diciembre de ese mismo año, se le dio
el mando del navío San Carlos
y regresó al puerto de El Ferrol.
Tras
recibir durante los años posteriores diversos mandos en otros buques
de transporte, regresó a España en el año 1771 a fin de contraer
matrimonio con su prometida. Sin embargo, y al no poder presentar
algunos de los permisos eclesiásticos necesarios para el compromiso,
el sacerdote le denegó dicho acto por faltar la documentación
pertinente; así, y al recurrir a instancias eclesiásticas
superiores, también fue rechazada su petición, provocando que el
marino insultase a uno de los miembros del Tribunal
Eclesiastico encargado del
procedimiento. Este hecho le supuso una pena de prisión de tres años
en el arsenal de La Carraca, en Cádiz, hasta que en 1774 el capitán
general Andrés Reggio ordenó su salida para “...evitarle
la ruina a un Oficial que sin duda es útil en el servicio, si se
logra su corrección”.
Al
poco, el marino onubense zarpó hacia Nueva España, encontrándose a
finales de año en el puerto de San Blas y, sabedor de su valía el
experimentado marino Juan Francisco de la Bodega y Quadra, en el año
de 1775 le propuso efectuar los preparativos para un destacado
periplo de reconocimiento para el reino de España de una gran parte
de la costa noroccidental americana. Para esta empresa se designaron
dos fragatas, La Princesa, de 189 toneladas, comandada por
Arteaga; y la Favorita, de otras 193 toneladas, estando de la
Bodega a su mando.
Acompañando
a Arteaga en la Princesa
estaban el segundo oficial Fernando Quirós y Miranda, el cirujano
Juan García, el piloto José Camacho y el segundo piloto Juan
Pantoja. Por su parte, otros destacados miembros de la tripulación
de la Favorita fueron
el segundo oficial, Francisco Mourelle (1750-1820), el cirujano
militar Mariano Núñez Esquivel, el piloto José Cañizares y el
segundo piloto Juan Bautista Aguirre.
Retrato del marino Juan Francisco de la Bodega y Quadra (1744-1794).
Los
objetivos principales designados por el reino de España para esta
empresa fueron, en primer lugar, efectuar un reconocimiento y
cartografiar la costa noroccidental de América, analizando así las
posibles amenazas de los establecimientos comerciales rusos en
Alaska; tratar de encontrar un paso interoceánico en el noroeste y,
como en el año 1779 España declaró la guerra a Gran Bretaña,
debían capturar al marino y explorador inglés James Cook, quien
había efectuado diversas incursiones en aguas americanas españolas.
Sin embargo, esto último fue infructuoso, pues Cook había muerto
meses antes en las islas Sandwich durante un ataque de los nativos.
Las
fragatas españolas realizaron su viaje directamente desde el puerto
mexicano de San Blas hacia el área sureste de la actual Alaska,
llegando a una bahía de unos 40 kilómetros de longitud que los
exploradores españoles habían denominado Bahía de Bucareli
en una expedición anterior, efectuada en el 1775, que estuvo
liderada por de la Bodega y Quadra. En suma, el periplo del
aracenense había durado un total de 81 días y conllevó durante su
ejecución la realización de otras expediciones menores de
reconocimiento de toda la costa a fin de cartografiarla con sumo
detalle. Asimismo, Arteaga describe en su diario el encuentro y
venida de los nativos de esta bahía hacia sus navíos de tal modo:
“Inmediatamente
que fondeé en el puerto de Bucarely, vinieron dos canoas de indios
que no quisieron atracar, haciendo varios ademanes con los brazos
abiertos y dando voces, todos muy acordes como que cantaban, trayendo
uno un ave muerta en sus manos, se sacaba las plumas menudas, las
polvoreaba a el aire, y después se echaba en su cabeza y en las de
los demás, cuyas demostraciones conocimos que era solicitar paz, y
querer ser nuestros amigos, por lo que les correspondimos con
llamarlos, haciéndoles muchos cariños y ofreciéndoles algunas
cosas, pero nunca quisieron atracar, y cuando les pareció se
fueron”.
Desde
esta costa siguieron una derrota con dirección norte, llegando a
otra bahía, aun en el área costera central de Alaska que el propio
Arteaga denominó el 23 de julio de 1779 Puerto de Santiago,
por encontrase próxima la festividad del apóstol. Al desembarcar
los españoles en el área, tomaron posesión formalmente de las
tierras, clavando una gran cruz de madera, lanzando salvas de cañones
y realizando una procesión en la que participaron los capellanes, la
tripulación y los oficiales de los navíos. Cantaron asimismo un Te
Deum y se consideró desde entonces territorio español hasta que
la localización del mismo, en la latitud 61º17´N, fue disputada
por otras naciones en la década posterior. Así, dicha bahía cambió
su denominación a la de Port Etches en 1787 por el capitán
Nathaniel Portlock, conservando dicho nombre en la actualidad en
reconocimiento a una compañía peletera fundada por los hermanos
John y Richard Cadman Etches.
Grabado de navíos españoles en la costa noroccidental americana. Fuente: www.anatomiadelahistoria.com
El
periplo prosiguió hacia la ensenada de Cook y la península de
Kenai, celebrándose allí el día 2 de agosto de 1779 una ceremonia
oficial para tomar posesión para el reino español del área próxima
al actual Port Chatham. Alcanzada esta latitud y debido a la
falta de víveres y pertrechos, así como a algunas enfermedades que
hacían estragos en la tripulación, el marino aracenense decidió
regresar hacia latitutes meridionales. De tal manera, el 8 de
septiembre se inició el viaje de vuelta al puerto mexicano de San
Blas.
La
importancia en el reconocimiento de la costa de Alaska para tener un
mayor conocimiento del territorio y su adquisición para el reino de
España por parte de Arteaga y de la Bodega, motivó que incluso el
marino francés Jean François
Galaup, conde de La Pérouse, se interesara en adquirir los
diarios de navegación y los mapas elaborados por los españoles para
su ulterior expedición de circunnavegación, que fue efectuada entre
1785 y 1788. Asimismo, y debido a su interés, el diario de a bordo
de Francisco Mourelle sería publicado en la ciudad de Londres en el
año de 1798 por el editor Daines Barrington.
Finalmente,
tras su regreso a San Blas, Arteaga vio su salud empeorada y decidió
no efectuar más viajes de descubrimiento, por lo que aceptó un
puesto como comandante en dicho puerto mexicano, siendo ascendido a
capitán de fragata meses antes de morir en el año 1783.
BIBLIOGRAFÍA:
-Colección
de Diarios y Relaciones para la Historia de los Viajes y
Descubrimientos. Vol. VII. CSIC. Instituto Histórico de Marina.
Madrid, 1975.
-Tovell,
Freeman M. At the Far Reaches of Empire: The Life of Juan
Francisco De La Bodega y Quadra. University of British Columbia
Press, 2008. ISBN: 978-0-7748-1367-9.
-VV.AA.
The Spanish Navy in the Californias during the Revolutionary War
Era. The California State Military Museum. Disponible en:
http://www.militarymuseum.org