¿Qué es la Historia?

"La Historia cuenta lo que sucedió, la Poesía lo que debía suceder"

Aristóteles (384-322 a.C.)

martes, 4 de octubre de 2022

El riotinteño Leopoldo Puente y Wilke, autor de la nao Santa María

             Con motivo de la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América, y en tanto que propuesta aprobada en Cortes meses antes, tuvo lugar la construcción de una réplica de la nao Santa María, una de las primigenias naves que lograron la hazaña descubridora del Nuevo Mundo.

Este proyecto de reconstrucción histórica y naval para rememorar la gesta colombina fue asesorado por dos autoridades en la materia, como fueron el capitán de navío Cesáreo Fernández Duro (1830-1908) y el pintor y arqueólogo naval Rafael Monleón (1843-1900), aunque la construcción de esta nueva nao fue íntegramente dirigida por el ingeniero de la Armada española Leopoldo Puente y Wilke, nacido en la villa de Minas de Riotinto en el año 1862; y quien tuvo tres hermanos, Miguel, Narciso, Rafael y Gustavo, quienes también nacieron en dicha localidad.

De tierras onubenses, el joven Puente y Wilke marchó a Madrid a los catorce años para iniciar su formación tanto de ingeniería de minas como naval, especializándose en esta última y concluyendo sus estudios en el año 1885. Al poco de iniciar su carrera profesional, fue destinado al arsenal de La Carraca y, tiempo mas tarde, sería comisionado para organizar y supervisar los envíos de carbón de Bélmez.

En el año 1887 fue ascendido a supernumerario y, un año después, comenzó a trabajar en las obras del puerto de Huelva, estando al cargo de efectuar el balizamiento de la barra y la ría con boyas luminosas. Concluido su trabajo en la ciudad onubense, Puente y Wilke solicitó su reingreso en la escala activa, encargándose de la jefatura de la agrupación del arsenal gaditano de La Carraca.



El ingeniero riotinteño Leopoldo Puente y Wilke. Fuente: Diario La Provincia.


De tal forma, y por hallarse trabajando circunstancialmente en esta institución naval, fue consultado en 1891 por las autoridades del Ministerio de Marina que hasta allí se desplazaron a fin de preparar las actuaciones que tendrían lugar en Huelva el año siguiente para la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América. Así, se preguntó si era factible el construir una réplica de la nao Santa María en el plazo de cuatro meses y, tras contestarse de manera afirmativa a tal cuestión, se encomendó los trabajos de la misma a Puente y Wilke por parte del Jefe de Ingenieros del arsenal.

Iniciado el proyecto, la quilla de la reconstruida nao se puso en el arsenal el día 23 de abril de 1892, siendo finalmente botado el navío una vez terminado el 26 de junio del mismo año. Así, la nueva Santa María fue remolcada desde la ciudad de Cádiz hasta Huelva por el vapor Joaquín del Piélago, perteneciente a la Compañía Transatlántica. La réplica estaría acompañada en su periplo, asimismo, por una escuadrilla de buques españoles al mando del ministro de Marina, el general José María Beránger y Ruíz de Apodaca (1824-1907) y entre los que se encontraban el crucero Isla de Cuba e Isla de Luzón, el trasporte Legazpi y los cañoneros Temerario, Cocodrilo, Arlanza y Cuervo. Igualmente, hubo representación de otras naciones que acompañaron a la recién botada nave, participando algunos de ellos posteriormente en la celebración colombina de la hazaña del Descubrimiento, enviando buques en tanto que pabellones nacionales representativos, como la corbeta escuela de la Marina militar mejicana Zaragoza, así como también otros navíos pertenecientes a Austria, Holanda, Francia e Inglaterra.

Por su parte, la Familia Real, formada por el rey Alfonso, la reina Regente María Cristina, la princesa de Asturias María Mercedes y la infanta María Teresa, marchó también desde Cádiz a Huelva el 10 de octubre de 1892, para presenciar no solo la belleza y simbolismo de la Santa María sino también todos los actos navales y celebraciones del Descubrimiento, yendo a bordo del crucero Conde de Venadito.



Cartel anunciador del IV Centenario del Descubrimiento de América en Huelva en 1892. Fuente. www.wikimedia.org

Puesto que la construcción de la nao se concluyó a tiempo y supuso un éxito, Puente y Wilke fue felicitado por la Comisión Arqueológica del Ministerio de Marina de tal forma: «dicha Comisión queda altamente satisfecha de la obra, por haberse interpretado con perfecta fidelidad su pensamiento». Del mismo modo, Puente regaló al Ayuntamiento de Huelva una maqueta a escala de dicho navío como recuerdo del proyecto y la conmemoración a la ciudad onubense y que tan deslumbrante resultó para todos los asistentes.

Una vez concluyeron los festejos de la conmemoración colombina, se determinó que la réplica de la Santa María ideada por Puente y Wilke fuese al continente americano. Así, el 25 de abril de 1893 arribó al puerto de La Habana (Cuba) y, una vez enarbolado el pabellón español, se unió a las réplicas de la Pinta y la Niña, construidas en Barcelona para su muestra en dicho Centenario pero a instancias de Estados Unidos, siendo sus buques Newark y Bennington los que las remolcaron desde Huelva hasta sus costas al concluir los actos conmemorativos.

Asimismo, la nao ideada por el ingeniero riotinteño se desplazó desde La Habana hasta Nueva York, donde, ya unida a las dos carabelas, tomó parte en la revista naval del río Hudson y, ya en la ciudad neoyorkina, sería remolcada la Santa María por el río San Lorenzo hasta el lago Michigan, llegando así a la ciudad de Chicago, lugar elegido en los Estados Unidos para la celebración de la exposición por motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América.

Finalmente, tras las brillantes fiestas y la propia celebración americanista acontecida en la ciudad de Huelva, Puente y Wilke fue ascendido a Ingeniero jefe de segunda clase y destinado al Ministerio de Marina de Madrid, donde se encontraba ejerciendo su trabajo hasta que enfermó por una pulmonía de gripe de la que no pudo recuperarse, falleciendo el día 27 de marzo de 1894.



BIBLIOGRAFÍA:


-Diario La Provincia (Año 1894).

-Las Provincias. Diario de Valencia (Año 1928).


martes, 10 de mayo de 2022

El militar valverdeño Francisco Fernández Bernal

         El teniente general Francisco Fernández Bernal nació el 30 de agosto de 1847 en la villa onubense de Valverde del Camino y murió en Getafe (Madrid) el 5 de noviembre de 1907.

Sus padres fueron Francisco Fernández Pourquies y Benita Bernal Lozano. Ya desde muy pronto, el joven valverdeño se interesó por la carrera militar, quizás influenciado por el hecho de que su padre ostentara el rango de coronel de Infantería.

Así, Fernández decidió ingresar también como cadete en la Academia de Infantería de Toledo, finalizando allí sus estudios en el año 1865 con el empleo de alférez. Sin embargo, y antes de concluir su instrucción, fue destinado a Ceuta y Melilla y, en el 1868, ya consta su participación en el combate de Alcolea. Alcanzado su objetivo de ser militar profesional, fue destinado a combatir a los carlistas en los diversos frentes del norte de España, distinguiéndose asimismo su valor en los combates llevadas a cabo por su batallón en Cataluña, donde destacaron sus acciones en Esparraguera y Martorell.

De Cataluña pasaría a la ciudad de Valencia, donde atacó y ayudó a rendir la ciudad, que estaba subvertida por los revolucionarios cantonales. Tras ser requerido nuevamente en el norte, se puso a las órdenes del general Serrano, quien dirigía las operaciones contra los carlistas de Álava y sus esfuerzos se vieron recompensados tras el exitoso ataque de Berrozi, que supuso su ascenso al grado de capitán.


Figura 1. Francisco Fernández Bernal. Fuente: www.rah.es

Igualmente, en los años posteriores y durante la III Guerra Carlista (1872-1876), seguiría curtiéndose en las regiones del País Vasco, Cataluña y Asturias; luchando en diversas batallas donde se enfrentaría a las facciones de los líderes guerrilleros carlistas Fulgencio de Carasa y Naveda y de Antonio Lizárraga y Esquiroz. Aunque, en 1873, y a pesar de lo convulso de estos momentos, tuvo tiempo para contraer matrimonio con Dª María Antonia Uriszar de Aldaca y González.

En el año de 1875 consta como retirado del servicio activo del Ejército, aunque al poco tiempo, solicitó regresar al mismo una vez que prestó juramento y fidelidad al monarca Alfonso XII, pese a tener fuertes convicciones republicanas. Años más tarde, en el 1886, es embarcado con rumbo a Filipinas y ya con el rango de teniente coronel.

En el archipiélago asiático español ejerció mandos políticos y militares, tanto en Leyte como en Cotta-Bato y Mindanao, con el grado de comandante; y teniendo allí que sofocar diversas revueltas y ataques guerrilleros por parte de los insurrectos filipinos. Pero su acción más destacada fue en Marahuit en 1895, que le valió el ascenso a general de brigada. Tras una breve vuelta a la Península, sería destinado un año más tarde, en 1896, a Cuba, tras haberse iniciado en la provincia caribeña española un gran levantamiento generalizado contra la soberanía de la nación.

Allí, destacaron sus triunfos en las batallas de las Lomas de Mamey y Ceja del Negro contra los insurrectos en 1896 y que, asimismo, le valieron para la concesión de la gran cruz de Mérito Militar ese mismo año por el primer combate referido, mientras que se le otorgó la cruz de San Fernando por el segundo. Debido a todos estos méritos en la batalla fue ascendido a general de división en el año 1897.


Figura 2. Soldados españoles en Cuba. Fuente: www.abc.es

Al general valverdeño se le otorgó la citada gran cruz del Mérito Militar conforme se recogió en el número 270 del DIARIO OFICIAL DEL MINISTERIO DE LA GUERRA, de 29 de noviembre de 1896, de tal modo:

«En atención a las circunstancias que concurren en el general de brigada Don Francisco Fernández Bernal, a los servicios que lleva prestados como jefe de una columna de operaciones del ejército de Cuba, y muy especialmente en consideración al mérito que ha contraído tomando parte en diferentes hechos de armas habidos desde febrero último hasta el nueve de agosto próximo pasado; en nombre de Mi Augusto Hijo El Rey Don Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, vengo en concederle, a propuesta del General en Jefe de dicho ejército, y de acuerdo con el Consejo de Ministros , la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar, designada para premiar servicios de guerra, con la pensión que determina el último párrafo del artículo segundo del reglamento de treinta de diciembre de mil ochocientos ochenta y nueve. Dado en Palacio a veintisiete de noviembre de mil ochocientos noventa y seis. María Cristina. El Ministro de la Guerra, Marcelo de Azcárra».

En Cuba prosiguió con una intachable hoja de servicios gracias a sus acciones en el área de Pinar del Río contra los insurrectos y, posteriormente, continuaría luchando contra las tropas estadounidenses hasta que concluyó la Guerra Hispano-Cubano-Americana.

Una vez regresó a España en 1898, se le nombró comandante general de la 2.ª División y, pasado el tiempo, comandante general de Ceuta (desde 1902 hasta 1906), ascendiendo finalmente a teniente general ese último año.

Finalmente, el militar valverdeño falleció el día 5 de septiembre del 1907 en su casa de Getafe como consecuencia de un cólico exantemático y, en el momento de su muerte, ostentaba las destacadas condecoraciones de la cruz de San Hermenegildo (1906) y la de la Orden Militar de María Cristina.



BIBLIOGRAFÍA:


-Diario ABC, 6/09/1907.

-Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes, Tomo 1. Ed. Montaner y Simón, Barcelona, 1897.

-www.rah.es