Una vez fueron adquiridas definitivamente las minas
riotinteñas por el consorcio británico financiero The Rio Tinto Company
Limited, el presidente de la compañía, el escocés Hugh Matheson, ordenó al
ingeniero inglés George Barclay Bruce que trazara una línea férrea que
conectase las explotaciones mineras de Riotinto y la ciudad de Huelva, así como
también un muelle embarcadero del mineral sobre la ría del Odiel.
El artífice principal del proyecto, pues, sería Bruce,
quien había nacido en el año 1821 en la ciudad inglesa de Newcastle, que por
aquél entonces era una urbe industrializada con multitud de minas de carbón
cercanas, lo cual no hizo sino acrecentar su interés, desde muy joven, sobre
todo lo relativo al mundo de la ingeniería ferroviaria. De tal forma, consta
que trabajó como ingeniero en 1842 en la construcción del trazado férreo
Newcastle-Darlington y, tiempo después, en el de Northampton-Peterborough; al
igual que una estancia desde 1851 a 1856 en la India, ya como miembro de la Institution
of Civil Engineers británica, contribuyendo asimismo a la creación
de la línea ferroviaria de Madrás.
Para el proyecto onubense, Bruce contaría con la ayuda de
otro ingeniero reconocido, Thomas Gibson, nacido en Tarsdon en 1843. Tras
adquirir Gibson una gran experiencia en la erección de estructuras con pilotes
enroscados, acorde a la moda constructiva del momento en lo referente a
muelles, Bruce lo recluta como Director de Obras para el muelle de la R.T.C.L.
en Huelva.
Bruce presentó su proyecto de construcción del muelle y el
embarcadero onubense a la Compañía británica en el mes de febrero de 1874,
siendo remitido con posterioridad a la Junta de Obras del Puerto y al
Ministerio de Obras Públicas. En dicho proyecto se establecía el levantamiento
de una estructura metálica con pilotes de fundición y roscas de tipo
helicoidal, columnas y vigas de hierro forjado, complementándose asimismo con
vigas y tablones de madera. Igualmente, el embarcadero poseía una segunda
estructura de madera, aumentando su planta en altitud, aunque de forma
independiente del muelle inferior, a fin de protegerlo de posibles impactos
resultantes del atraque de los buques.
El muelle cargadero del mineral. Fuente de la imagen: https://pixabay.com
El mayor problema al que tuvieron que hacer frente los
ingenieros ingleses fue una gran superficie blanda sobre la que colocar los
cimientos, por lo que el proyecto tuvo que sufrir remodelaciones para tratar de
solventar este impedimento natural. De esta manera, se ideó el empleo de una
cimentación basada en plataformas de madera sustentadas sobre el lecho fluvial,
una vez se comprobó que la acción de los invertebrados no era suficiente para
lograr una gran erosión de la madera.
La vida del muelle onubense abarcó casi un siglo, desde el
año 1876 hasta el 1975, embarcándose en total unas ciento treinta millones de
toneladas de mineral con destino a puertos ingleses.
Igualmente, y una vez cesada su finalidad originaria, el muelle onubense
se yergue hoy día con su magnífico semblante sobre las aguas del Odiel, en
tanto que destacado legado arquitectónico industrial británico en tierras
onubenses que, tras su rehabilitación, quedó al servicio de la ciudadanía como
monumento que conmemora la secular conexión entre el ciudadano onubense y su
ancestral ría.