¿Qué es la Historia?

"La Historia cuenta lo que sucedió, la Poesía lo que debía suceder"

Aristóteles (384-322 a.C.)

martes, 16 de mayo de 2017

La Escuela de Vigilantes Mineros de Riotinto

En tiempos de la II República española, en concreto el 30 de agosto de 1935, el Director General de Enseñanza Profesional y Técnica de Madrid, Joaquín Dualde, rubricaba formal y oficialmente la intencionalidad manifestada en el informe emitido por el Consejo Nacional de Cultura al respecto de crear en la localidad de Minas de Riotinto unas Escuelas de Maestros Mineros, a petición de la empresa explotadora de las minas del municipio en aquél tiempo, la Rio Tinto Company Limited.

Tal informe se resumía de la siguiente forma: “La Compañía de Ríotinto, limitada, residente en Riotinto, solicita la creación en dicha localidad de una Escuela de Maestros mineros (Escuela oficial), cuyos gastos de local, alumbrado, material, etc., así como la enseñanza para los alumnos, serían sufragados por la Empresa de aquellas minas”. E igualmente añadía que: “considerando que la mencionada creación, a más de la gran utilidad que pueda reportar, según afirma la Autoridad académica que informa, no origina al Estado gasto alguno, ya que todos se ofrece sufragarlos la entidad solicitante, este Consejo tiene el honor de proponer que se cree la Escuela de Vigilantes mineros en Ríotinto en las condiciones que indica en su informe el Director de la Escuela especial de Ingenieros de Minas, y expresar a la Compañía de Ríotinto la gratitud del Ministerio por su desprendimiento y generosidad al adquirir espontáneamente ese compromiso, que elevará el nivel cultural de sus obreros, y les facilitará la obtención de medios económicos que sin la creación de un Centro de esa índole no podrían en modo alguno alcanzar”.

Pintura alegórica de la II República española. Fuente: www.revistamito.com

El reglamento de la Escuela de Vigilantes Mineros de Riotinto, y no de “Maestros” (renombrándose así a petición del gobierno republicano), aprobado el 2 de octubre de 1935, constaría de treinta y nueve artículos que se distribuían en siete capítulos. Según quedó establecido, la Escuela tenía por finalidad “perfeccionar y ampliar la instrucción manual recibida por los obreros en las prácticas de las labores mineras que requiere la explotación de las importantes minas de Río-Tinto, otorgando títulos acreditativos de capacidad para inspeccionar inmediatamente a los obreros del laboreo y para cuidar del cumplimiento de las reglas generales y especiales de Policía Minera”.

Los estudios contemplados en tal institución académica iban a ser eminentemente prácticos, de sólo dos años de duración (siendo el período lectivo de octubre a mayo); al tiempo que su consecución permitiría acceder posteriormente a otros estudios más complejos, como eran los encaminados a la obtención del título superior de Capataz. Asimismo se estableció que los docentes debían designarse entre facultativos que ostentasen los títulos de Ingenieros y Capataces Facultativos de Minas, siendo además esta función inspeccionada desde la Junta de Profesores de la Escuela de Capataces de Huelva.

 Jefes y capataces de las explotaciones mineras de Riotinto en los años 30. Fuente: www.recuerdosderiotintoblogspot.es

Entre los requisitos de admisión para el alumnado se contemplaba el ser español y mayor de veinte años, al tiempo que debía demostrarse la experiencia trabajando más de cuatro años en el interior de la mina como saneador, entibador o maquinista de perforadora. De otro lado, los estudios se organizaban reglados de la siguiente manera: en el primer año se estudiaría Gramática y Geografía, Aritmética, Geometría, Laboreo I e Interpretación de Planos; mientras que en el segundo curso se implementarían las asignaturas de Nociones de Física y Minerales, Laboreo II, Prácticas de Curaciones Urgentes, Legislación Minera y Social, Ejercicios y Prácticas así como también Dibujo y Croquis.

Igualmente, en junio y septiembre serían examinados los alumnos ante un tribunal constituido por profesores de la Escuela de Huelva y Riotinto, donde estuviera un Ingeniero de Minas que fuese director de alguna mina o estuviese al servicio de cualquier empresa industrial. Todo ello, en fin, nos da muestras de la intencionalidad de la compañía británica de establecer unos conocimientos mínimos reglados y profesionalizados sobre temática minera, sufragados por la propia empresa, a fin de que sus empleados se convirtiesen en un colectivo trabajador capacitado académicamente y cualificado para los futuros desafíos que la siempre arriesgada profesión minera requerían.


 
BIBLIOGRAFÍA:

-Gaceta de Madrid (7/11/1935)

-Gaceta de Madrid (18/05/1936)

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