La estratégica localización de la villa de
Niebla, a orillas del río Tinto, propició que, en época romana, se constituyese
en una urbe de primer orden en base a su actividad comercial. Asimismo, tanto
su denominación en griego, Illípoula, como la latina Ilipla,
aparecen mencionadas en diversas fuentes literarias de la Antigüedad, tales
como la Geographia de Claudio Ptolomeo (100-170), el Itinerario de
Antonino (siglos III y IV) o el Anónimo de Rávena, datado en el
siglo VII.
Igualmente, y ya desde el siglo I, este núcleo
poblacional romano adquiriría la categoría jurídica de municipium y, en
base a los restos arqueológicos encontrados en su territorio, podemos suponer
la existencia de un gran número de edificios públicos y privados,
presuponiendo, incluso, un anfiteatro o un circo. Y ello ha sido supuesto por
el hallazgo de dos inscripciones en que se referencian prácticas lúdicas en
sendas piezas.
La primera se trata de un ara dedicado a la diosa
Minerva y cuya inscripción dice así:
MINERVAE * SACRVM * M * CVR (…)
VIR * LONGINVS * AL (…) IENSIS * DECVRIO *
ILIPU (…) BONO (…)
EDITIS (…) BIDV (…) CIRCIENCIBVS (…) CVR (…)
D.S.P * D.D.
De ella se colige, y presuponiendo que su texto
completo fuera “Minervae Sacrum. Marcus Curtius, Marci filius,
Quirina, Longinus, Alontigiensis, Decurio Ilipulitanus, Procurator Bonorum Augustorum, Editis per Biduum Circiensibus ab Honorem Decurionatus,
de sua Pecunia, Dono Dedicavit”, que un decurión ilipulense,
y perteneciente a la tribu Quirina, organizó unos juegos de circo para honrar
su nombramiento como magistrado; lo cual nos hace pensar en la existencia de un
circo en la propia Ilipla o en sus inmediaciones.
Cuadro del siglo XIX que representa la lucha de gladiadores. Fuente: www.college.columbia.edu
Cuadro del siglo XIX que representa la lucha de gladiadores. Fuente: www.college.columbia.edu
Por otro lado, y en torno a 1868, tuvo lugar
también, entre los términos municipales de Niebla y Moguer, el hallazgo de una
curiosa lámina de bronce con una inscripción latina. Asimismo, y tras ser
notificado de este descubrimiento Aureliano Fernández Guerra, anticuario de la
Real Academia de la Historia, lo puso inmediatamente en conocimiento de
reputados historiadores alemanes, pues supo de manera inmediata que se trataba
de un hallazgo de gran importancia.
Así, esta fina lámina de metal pudo ser analizada
por el prestigioso epigrafista germano Emil Hübner, experto en inscripciones
romanas de la provincia romana de Hispania y autor del segundo volumen
de la magna obra Corpus Inscriptionum Latinarum, libro publicado en el
1853 que recopilaba los trabajos de exégesis de los más destacados epigrafistas
de los siglos precedentes sobre un gran número de inscripciones romanas que
fueron legadas hasta la edad contemporánea.
La investigación exhaustiva de la pieza concluyó
que se trataba de una tesera rectangular datada en el siglo I a.C.,
elaborada en bronce y con unas dimensiones de 17 cm de largo y 4´30 cm de ancho;
con un único remache del que colgaría la pieza y cuatro aberturas circulares en
las esquinas, en las que se insertarían varias argollas. Asimismo, el espacio
epigráfico se delimita por finas líneas incisas que forman un rectángulo en el
que se comprenden cuatro líneas de escritura latina capital.
La tessera gladiatora encontrada en el término municipal de Niebla. Fuente: www.ceres.mcu.es
Igualmente, la importancia y valor histórico de
esta pieza no sólo reside en el hecho mismo de tratarse de una tesera,
esto es, una pequeña placa inscrita elaborada en materiales diversos y cuyos
usos principales se dividían entre los de salvoconducto para uso militar, firma
de pactos, reconocer derechos o distinción de honores; sino que, en el caso que
nos ocupa, y a tenor de la inscripción grabada en la placa, se trataba de una tessera
gladiatora, esto es, una tesera que otorgaba una determinada consideración
sobre un gladiador.
Ello se interpreta tras efectuar la traducción de
los caracteres latinos incisos en la pieza:
CELER.ERBVTI. F (ilius). LIMICVS
BOREA. CANTI (filio) BEDONIE
(n) SI MVNERIS. TES (s) ERA
(m). DEDIT AN (n) O. M (arco). LICINIO.
CON (n)S(ule)
Así, vemos que dicha placa informa que “Celer,
hijo de Erbutio, natural de la ciudad de los Limicos, dio esta tessera
gladiatoria a Borea, hijo de Cantio, natural de Bedunia, el año del consulado
de Marco Licinio”. De esta manera, y analizando las informaciones históricas
aportadas en la placa, podemos interpretar que Celer fue un organizador de
juegos nacido en la actual Xinzo de Limia (Orense), quien entregó la tesera a
Borea, un gladiador oriundo de Baedunia, la actual Cebrones del Río (León) en
tiempos del cónsul Marco Licinio Craso, quien ostentó el cargo desde el 30 a.C.
Finalmente, y atendiendo a estos dos registros
arqueológicos, podemos concluir que existieron en la Niebla romana cierto
número de condenados penalmente (servi poenae) a convertirse en gladiadores
y luchar en la arena (ad ludum gladiatorum) y, por ende, hemos de
suponer que residirían allí largas temporadas, o bien serían llevados ex
profeso desde otras localizaciones para conmemorar y honrar así los llamados munus
gladiatorum, o sea, las siempre atractivas para la población luchas de
gladiadores y esclavos, que se celebraban en destacadas fechas y
conmemoraciones propias de la ciudad o del estado.
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