La
presencia romana en las minas de Calañas fue destacable desde época
republicana, explotadas a buen seguro por sociedades particulares,
siendo ello aceptado por el hallazgo de diversos artilugios de
desagüe y por monedas datadas en ese período. Sin embargo, la
actividad minera resurgió con mayor fuerza en época imperial,
estableciéndose diversos pozos verticales y galerías de prospección
en las laderas de los montes a lo largo de todo el territorio que
ocupaban las explotaciones.
Ello
lo refuerza el hecho que en el año 1889 tuviera lugar el hallazgo de
una bomba de Ctesibio de
bronce en las explotaciones mineras de Sotiel-Coronada,
pertenecientes a la villa onubense de Calañas. Se trataba de una
bomba hidráulica datada en época romana (ss. I-II), aunque el
origen de este ingenio se retrotrae al siglo III a.C., pues fue
inventado por el griego Ctesibio de Alejandría, y siendo ya este
artilugio empleado en los tiempos antiguos como uno de los mecanismos
más usuales para desaguar las labores mineras.
En
efecto, en el siglo III a.C. surgió en dicha ciudad egipcia una
escuela de científicos que crearon diversas máquinas del todo
sofisticadas como la eolípila (se trataba de un caldero metálico lleno de agua, sobre el que se situaba una esfera hueca, al tiempo que un fuego lo calentaba, y por medio del
aire caliente que transitaba por dos tubos a la esfera, la hacía rotar al contactar con dos válvulas abiertas), el tornillo de Arquímedes,
el reloj de agua e incluso algunos autómatas;
destinadas, en principio, a un uso meramente recreativo. Sin embargo,
la cultura romana, heredera de la griega, supo adaptar estos ingenios
a usos mucho más funcionales y específicos, encontrándose los
mineros entre ellos.
Demostración del funcionamiento de la eolípila por Herón. Fuente: www.nationalgeographic.com
La
descripción más exacta de este ingenioso mecanismo de desagüe
empleado en época romana en las explotaciones mineras de Calañas
nos la transmite el eminente arquitecto y tratadista Marco Vitrubio
Polion (s. I a.C.), quien en su obra De architectura se
refiere así a este ingenio:
“...Es
una máquina de bronce que en su parte inferior posee dos cubetas
iguales, un poco separadas entre si, que tienen unos canales en forma
de horquilla unidos del mismo modo y que van a dar a una misma
vasija, colocada en medio. En la vasija hay unas válvulas, ajustadas
con toda precisión, en las aberturas superiores de los canales.
Cuando las válvulas cierran las aberturas de los conductos, impiden
que salga lo que la fuerza del aire ha hecho penetrar dentro de la
vasija. En la parte superior de la vasija se encaja una tapadera en
forma de embudo invertido, bien ajustada mediante hebillas y
clavijas, para que no la levante la fuerza del agua que va
penetrando. En la parte superior se levanta en vertical un tubo,
ajustado con toda exactitud, llamado «trompa». Las cubetas llevan
debajo de las bocas inferiores de los tubos unas válvulas colocadas
en su parte central, sobre los orificios de sus bases.
Desde
la parte superior se introducen en las cubetas unos émbolos,
terminados con el torno y lubrificados con aceite, que se ponen en
movimiento mediante unas barras y palancas. Cuando las válvulas
cierran los orificios los émbolos comprimen el aire que haya dentro
junto con el agua. Debido a la inflación y a la presión hacen salir
el agua a través de los orificios de los tubos hacia la vasija; el
agua queda retenida por la tapadera y por la presión del aire se
eleva a través del tubo; si colocamos un depósito de agua desde un
lugar inferior se suministrará suficiente caudal para saltar en las
fuentes, como surtidores...”
No
obstante, el uso específico de este milenario mecanismo ha sido
puesto en duda por diversos investigadores, quienes no otorgan una
plena credibilidad al hecho de tratarse de un ingenio para aliviar el
agua que inundaba los trabajos mineros, sino que han optado por
considerarlo un fuelle, un método para renovar el aire en las
galerías, una bomba que fuera usada para contrarrestar los posibles
incendios, como medio para destruir rocas aplicándole agua una vez
fueron previamente calentadas a gran temperatura o, incluso, que
funcionase como un sistema mixto de bombeo de agua o aire según se
requiriese.
Bomba de Ctesibio encontrada en las explotaciones mineras de Calañas. Fuente: www.mcu.es
Las
dimensiones de la bomba de Ctesibio
hallada en las minas de Calañas posee una altura de 93 cm,
una anchura de 43 cm y el pistón tiene una longitud total de 13 cm.
Funcionaba accionándose manualmente una palanca elaborada en madera
ejerciendo un movimiento de vaivén a fin de que el agua ascendiera
alternativamente desde la cámara de válvulas por los pistones. Ello
hacía que se tratase de un artilugio de gran precisión para la
labor que tenía encomendada, referida a hacer ascender únicamente
el agua sin impurezas a una gran altura, pues su fiabilidad era mucho
menor en comparación con el tornillo hidráulico o tornillo
de Arquímedes si en el mecanismo se introducía grava, lodo o
piedras, pues estos materiales podían obstruir los pistones y
disminuir notablemente su eficacia.
Cabe
decir aquí que no se trata, sin embargo, de un hallazgo único, pues
este tipo de ingenios auxiliares de las labores mineras fueron
utilizados en varias localizaciones mineras de la península Ibérica,
pues también se encontraron otras bombas similares en Murcia, de
plomo, y Almodóvar; aunque asimismo se han hallado ejemplares o
restos de piezas similares en Irún o, ya fuera de nuestras
fronteras, en países como Italia y Francia.
Esta
pieza se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de
Madrid en un excelente estado de conservación, donde es posible
admirarlo como uno de los más destacados ejemplares de la máquinaria
extractiva del agua en las labores mineras que, junto con las norias
halladas en Minas de Riotinto, suponen el exponente máximo de la
ingeniería romana aplicada a la actividad minera en nuestra
provincia.
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