El
Gobernador y Capitán General de Cuba entre 1777 y 1781, Diego José
Navarro García Hidalgo, nació en la villa onubense de Higuera de la
Sierra el 14 de febrero del año 1708. Atendiendo a la documentación
de la época relativa a su persona, no hay dudas no sólo de su
condición como hijodalgo, sino también de sus orígenes
onubenses, pues con su nacimiento continuaba un linaje puramente
serrano, ya que era hijo de Diego Navarro, natural de Corteconcepción
y nacido en el 1678; y de María Rosa García Hidalgo, nacida también
en Higuera en 1674.
Tras
morir su madre, al poco de su nacimiento, fue llevado a Niebla por su
padre, quien ejercía el cargo de corregidor en dicha villa onubense.
Allí, y estando cuidado toda su infancia por una nodriza, ejercería
un gran peso en su crianza su propio tío, Juan García Valladares,
quien se encargaría de ofrecerle una excelsa educación hasta que
obtuvo la mayoría de edad.
Interesado
desde muy pronto en la profesión militar, ingresó el 1 de enero del
año 1732 en los Reales Ejércitos, en concreto, en el regimiento de
Guardias de Infantería, siendo partícipe de diversas acciones
militares como la expedición de Orán en 1732, las guerras de Italia
de 1733 y 1742 (destacándose en la batalla de Bitonto en 1734 y la
conquista de Nápoles), así como también en el conflicto con
Portugal en el año 1762; al tiempo que iría ascendiendo
progresivamente durante todos estos años desde los rangos de alférez
hasta, finalmente, el de mariscal de campo en el año de 1770, fruto
de una excelente e intachable hoja de servicios castrense.
Grabado del siglo XVIII de varios soldados del regimiento de Guardias de Infantería, cuerpo al que perteneció el higuereño Navarro. Fuente: www.alabarda.net
De
igual modo, durante su estancia en Madrid, se iniciarían los
procedimientos para su ingreso como caballero en la Orden de
Santiago, concesión que se le otorgaría en 1763 tras presentar
las preceptivas evidencias de pertenecer a un linaje de origen noble
y cumplir sobradamente con los requisitos solicitados para la
ordenación.
Tras
su intervención en la campaña de Argel, liderada por Alejandro
O´Reilly (1722-1794), inició en el mes de octubre del año de 1775
una carrera política paralela a la militar como Gobernador de
Mataró, de Tarragona y, el que sería su cargo más destacado, como
fue el de Gobernador y Capitán General de Cuba desde 1777, cargo que
ostentaría hasta 1781, cuando fue nombrado capitán general del
Ejército y provincia de Extremadura, regresando de tal modo a la
península.
Sin
embargo, quizás fuera su estancia como Capitán General de Cuba y
Gobernador de la Plaza de la Habana la más destacada e interesante
desde un punto de vista político, pues llevó a cabo en la isla
caribeña numerosos esfuerzos para mejorar una tierra ya próspera y
floreciente bajo el gobierno de su predecesor, Felipe de Fondesviela
y Ondeano, marqués de La Torre (1725-1784).
Patio del Palacio de los Capitanes Generales de La Habana, donde residió Navarro desde 1777 hasta 1781. Fuente: www.airfrance.es
Consta
en la documentación del Archivo de Indias de Sevilla que el 14 de
marzo del año 1777 se registró su salida hacia el continente
americano, mostrando una relación de los pasajeros que le
acompañarían durante sus años como Gobernador, cargo que juraría
en La Habana el 11 de junio de 1777. Así, tenemos claro que Navarro
viajó acompañado de las siguientes personas: su mujer, Clara
Torombel, el capellán, llamado Pedro Ortega, el mayordomo Mauricio
Vicario, sus escribientes Manuel Ramírez, Antonio Cachurro y Antonio
Rodríguez, su paje Alejandro Haldón, el ayuda de cámara Pedro
Méndez, su ayuda de caballería Severo Filet y el cocinero Juan
Terón.
Ya
en Cuba, se dedicó a tratar de erradicar numerosos abusos en el
cumplimiento de las leyes, que eran del todo perjudiciales para
muchos comerciantes de la isla, por lo que emitió un decreto el 11
de enero del año 1779, a fin de regular las normas para el óptimo
funcionamiento de los tribunales y los funcionarios de justicia.
Asimismo,
el militar higuereño, y precisamente por la proximidad territorial,
tendría un gran protagonismo durante la Revolución
Americana, pues bajo su
mandato se enviaron refuerzos de tropas, en diez navíos de guerra,
para el ejército del mariscal de campo y Gobernador de Luisiana,
Bernardo de Gálvez (1746-1786), quien conquistó toda la Florida
británica y obtuvo la rendición de los fuertes de Manchac, Mobila,
Natchez, Baton Rouge y, muy especialmente, la que fuera su plaza más
importante, Pensacola, que sería entregada a Gálvez por el general
inglés John Campbell en el año de 1781, pasando a ser desde
entonces las Floridas un único territorio español, lo cual
favorecería un segundo frente militar contra una Gran Bretaña ya
exhausta. Del mismo modo, el gobernador higuereño de Cuba recibió y
acuarteló a todos los efectivos enviados desde la península, al
tiempo que estableció hospitales para el cuidado de los enfermos y
heridos en combate españoles que procedían de las luchas en suelo
norteamericano.
Grabado de La Habana bajo el gobierno del higuereño Navarro a fines del siglo XVIII. Fuente: Diario de Don Francisco de Saavedra.
También,
una de las últimas gestiones realizadas por el higuereño como
Gobernador de Cuba fue recibir y despachar al ministro Francisco de
Saavedra (1746-1819), uno de los más destacados diplomáticos y
militares del reinado de Carlos III, y quien acudió a La Habana en
concepto de comisario regio plenipotenciario para confirmar la
expulsión de los ingleses de todo el Golfo de México y establecer
nuevas relaciones diplomáticas con los incipientes Estados Unidos.
Precisamente,
el diario de Saavedra cuenta cómo el 23 de enero de 1781 se reunió
con el onubense en tales términos:
“A
las 8 de la mañana me presenté al Gobernador, que entonces era don
Diego Navarro, el cual me recibió con mucho afecto y me entregó una
carta reservada de la Corte. Contenía el duplicado de la credencial
que yo llevaba y de las demás órdenes reservadas que arrojé a la
mar al tiempo de mi apresamiento. Como el contenido de la credencial
se reducía a manifestar quien yo era y el objeto de mi viaje y
prevenir que en la Junta de Generales se diese ascenso a quien yo
dijera de palabra, pude pintar al Gobernador la situación de Europa,
los deseos del Soberano de que allí se obrase con el mayor vigor y
la necesidad de poner en práctica las operaciones proyectadas por
nuestra Corte. Él, como bien intencionado, aunque decaído de
fuerzas por sus muchos años, manifestó con las más vivas
expresiones, su fervoroso deseo de que se cumpliesen con la posible
prontitud los preceptos de Su Majestad”.
En
este mismo año, Navarro ya abandonaría su puesto como regidor
máximo de la isla caribeña, siendo sustituido en el puesto por Juan
Manuel de Cagigal y Monserrate (1757-1823), y regresando de nuevo a
la península, donde fue nombrado en el mes de junio de 1782
Consejero de Guerra por
su gran experiencia militar, y que a la sazón fue el último cargo
que ostentó hasta su muerte, acontecida en Madrid el 8 de marzo del
año 1784, siendo enterrado en la cripta del convento de la Merced de
La Calzada.
BIBLIOGRAFÍA:
-MORALES
PADRÓN, F. Diario de Don Francisco de Saavedra. Ed. CSIC, Sevilla,
2004. ISBN: 978-84-00-08257-4
-Archivo
General de Indias (AGI), Contratación.
-DE
CADENAS Y VICENT, Vicente. Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo
XVIII. Tomo V. Ed. Hidalguía, Madrid, 1980. ISBN: 84-00-0468-8.
-www.ecured.cu
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2004. ISBN: 978-84-00-08257-4
-www.rah.es
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