La
presencia griega en las costas onubenses en época protohistórica se
constata en torno al 600 a.C., cuando los foceos fundan
Masalia, la actual Marsella, y emprenden desde ese núcleo comercial
diversos viajes por las costas peninsulares ibéricas, facilitados en
gran medida por las famosas pentecónteras, navíos de
cincuenta remos capaces de realizar largas travesías por mar.
Precisamente,
y siguiendo a Heródoto (484-425 a.C.), sabemos que los griegos de
Focea tuvieron contactos comerciales con Tartesos, estableciendo
asimismo una gran amistad con el legendario rey Argantonio, quien les
ofreció asentarse en su reino; pero, ante la negativa de éstos, les
otorgaría cuantiosas riquezas para amurallar su metrópoli ante la
constante presión y amenaza de invasión por parte de los ejércitos
persas.
Igualmente,
otros autores como Avieno y Estrabón nos hablan de la importancia de esta
presencia helena desde comienzos del siglo VI a.C. en diversas áreas
del sur peninsular, basada principalmente en la fundación de dos
destacados establecimientos coloniales, Mainake y Hemeroscopeion,
dedicados primordialmente a un beneficioso comercio con la cultura tartésica. No
obstante, la arqueología contradice a las fuentes literarias
clásicas al interpretar que se tratarían de establecimientos
fenicios al que los griegos dieron su propia denominación
toponímica.
Ello
constata una interrelación comercial entre griegos, fenicios y
tartesios, a través de las factorías o por medio de viajes
efectuados ex profeso a las costas tartesias por mercaderes y
navegantes con la principal misión de obtener metales preciosos, en
especial plata, a cambio de aceite u objetos considerados muy
valiosos que servirían para enaltecer el prestigio de las élites de
la monarquía del mítico Tartesos.
Así,
uno de estos objetos considerados de prestigio sería el yelmo griego
de estilo corintio (κόρυς
κορινθίη)
aparecido en el fondo de la ría de Huelva gracias al dragado que se
efectuó en el año 1930, y que está datado en torno al 560 a.C.
Esta pieza se conserva actualmente en la Real Academia de la
Historia, en Madrid; habiendo sido donada por José Albelda y Albert, quien
fuera Director de las Obras del Puerto de Huelva hasta el 22 de
octubre de 1932.
Casco corintio hallado en la ría de Huelva en 1930. Fuente: www.rah.es
Se
trata de un casco de unos 26´6 cm de altura, 33´6 cm de ancho y
hasta 1´3 cm de grosor, y con un peso de 1.370´5 gramos. Está
elaborado en bronce batido y no en cobre puro, como se
determinaría en los primeros análisis efectuados en la pieza por Gómez Torga, el Director del Laboratorio de las
minas de la Reunión, en el distrito minero de Riotinto. Asimismo, la
pieza puede encuadrarse en una fase tipológica a caballo entre las
primigenias formas de protección y otras más características y avanzadas propias
del siglo V a.C.
Posee
una forma antropomorfa, con unas grandes carrilleras más abiertas en
su parte superior a fin de facilitar la respiración y propiciar el
habla del soldado; así como una alargada protección nasal de casi
9´5 cm de largo, 2´7 cm de ancho y 1´3 cm de grosor. Igualmente
posee unas características aperturas oculares almendradas, propias
de este tipo de casco, carenadas en su parte superior para simular
las cejas del guerrero.
El
yelmo está decorado también con pequeños círculos realizados por
troquel que adornan todo el borde frontal de las carrilleras, la
protección de la nariz y el borde ocular. No obstante, su parte
posterior está parcialmente destrozada y abollada, hecho éste que
plausiblemente se ha de interpretar como una rotura intencionalmente
efectuada en la Edad Antigua más que un daño producido por la draga
de la ría, en tanto en cuanto se determinara inutilizarse para
convertirse en un exvoto u ofrenda que fuese arrojada a las aguas
onubenses para honrar y complacer a su divinidad protectora.
Representación de Aquiles con un casco corintio en el ánfora de Exequias. Fuente: www.medium.com
A
buen seguro, esta pieza militar formaba parte de la completa panoplia
del hoplita griego, que se constituía en un todo; aparte del casco o
κράνος, de la protección del torso, el thốrax,
el escudo o aspis,
las grebas, knêmis,
la espada o xyphos,
y siendo el arma principal de ataque del guerrero la lanza o dory.
Por
su parte, la tesis de que se trata de un exvoto ritual se refuerza,
además, por el hecho de haber aparecido otro casco helénico en el
fondo del río Guadalete, en Cádiz, y conservado actualmente en el
Museo de Jerez, siendo ello indicio claro de la práctica establecida
de arrojar armas de diversa tipología a las profundidades marinas
como ofrendas votivas para un ritual benefactor de las travesías
marítimas, algo que estuvo muy arraigado en todos los territorios
del mundo indoeuropeo.
Finalmente,
debemos rechazar vinculación alguna entre este descubrimiento con
otro destacado hallazgo acontecido también en el lecho marino de la
ría onubense en el año 1923, cuando una anterior draga rescató un
completo depósito de armas, diversos objetos asociados al vestir y
útiles de bronce, presumiblemente fruto del hundimiento del navío
que los portaba, y que se datan en torno a la segunda mitad del siglo
XI a.C y mediados del IX a.C.
BIBLIOGRAFÍA:
-ALBELDA,
J.L., OBERMAIER, H. El
casco griego de Huelva.
Clásicos de la arqueología de Huelva, ISSN:
1133-2085, Nº. 1, 1988, págs. 11-29.
¡Interesante! Buen artículo, amigo. Perdón mi ignorancia, pero me preguntaba algo sobre la decoración del casco. Los “pequeños círculos” tienen algún significado o importancia? O sea, ¿ cada casco se decoraba así o era un casco de alguien especial para tener la adición de los círculos?
ResponderEliminarEn un origen, el armamento de los hoplitas lo costeaban los propios ciudadanos, pequeños propietarios, pero tras la reformas políticas de la época de Aristóteles los grandes propietarios accedieron también al ejército, demostrando su poder económico adornando la panoplia (armadura y armamento) con ostentosas decoraciones y motivos épicos o legendarios que les infundaban valor en los combates. Muchas gracias por tu comentario.
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