¿Qué es la Historia?

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Aristóteles (384-322 a.C.)

sábado, 2 de diciembre de 2017

Las celebraciones por el fin de la I Guerra Mundial en la provincia de Huelva

El pasado día 11 de noviembre, a las 11:00 horas, se cumplieron noventa y nueve años de la entrada en vigor del cese de las cruentas hostilidades de la I Guerra Mundial, una vez se firmó el armisticio seis horas antes por los representantes de los países contendientes. En efecto, aquella fría mañana de inverno del año 1918 se reunieron en un vagón de tren próximo a París, en el bosque de Compiègne, políticos y altos oficiales alemanes, británicos y franceses, que pondrían fin a la mayor guerra que había conocido la humanidad hasta el momento.

De tal forma, no tardarían en propagarse las buenas noticias al respecto de tan ansiado acontecimiento, sucediéndose muestras de alegría constantes en numerosas ciudades, ya fuesen éstas pertenecientes a los estados beligerantes como a los que se mantuvieron neutrales; no quedando Huelva al margen de dichas celebraciones por la paz, pues en su provincia residían un gran número de comunidades de extranjeros, la mayoría relacionadas con el capital que explotaba las minas onubenses desde fines del siglo XIX.


 Celebración del armisticio del 11 de noviembre de 1918. Fuente: www.wikimedia.commons.com

Así, las comunidades foráneas de la provincia decidieron organizar una serie de actos para disfrutar de una nueva época de paz. En este sentido, celebrarían una esplendorosa cena de gala la noche del sábado 16 de noviembre de 1918 en la Casa Colón, como primer acto para conmemorar el fin de la guerra y la victoria aliada. Este banquete se celebró en el gran salón comedor del edifico, que estaba profusamente decorado con diversas banderas y pinturas alegóricas de la causa aliada, habiéndose encargado de su ornamentación los empleados de la The Rio Tinto Company Limited, José Manzano y Eloy Gil, supervisados por el ingeniero jefe de los talleres de esta compañía minera, Mr. Harding.

Los invitados a la cena, tanto españoles como extranjeros, que acudieron en gran número acompañados con sus esposas, e incluyendo a los cónsules de Inglaterra David R. Ellis, de Francia, Carlos Marchal, de Estados Unidos, Mr. Alcock, de Italia y Bélgica, Mr. Cavignac, de Grecia y Serbia, Sr. Carisola y de Portugal, el Sr. Marchena Colombo, fueron acomodados todos ellos a lo largo de una enorme mesa dispuesta en el centro del salón y bellamente ornamentada con flores y lujosa cubertería.

La cena comenzó a las 20:30 horas, siendo servida por el catering del Sr. Manuel Felipe, mientras se escuchaba la música que interpretó la Orquesta Bretón, dirigida por el Sr. Olivera Jurado, que hizo sonar piezas diversas y los himnos nacionales de los países allí representados. Comenzaría la velada en la Casa Colón, de tal modo, con un brindis propuesto por el doctor Mackay en honor de Francia y la libertad, tomando la palabra a continuación el señor Cavignac, cónsul de Bélgica e Italia, para alabar la figura del presidente del gobierno de la república francesa Georges Clemenceau (1841-1929) y del mariscal francés, jefe de los ejércitos aliados, Ferdinand Foch (1851-1929). También, continuaría con los discursos el cónsul de Francia, quien recordó la memoria del monarca británico Eduardo VII (1841-1910); siguiéndole otros pronunciados por el resto de cónsules allí congregados ensalzando el papel de Grecia, Italia, Serbia, Bélgica y otras naciones aliadas en la contienda recién acabada. Finalmente, y una vez concluida la cena, se retiraron las mesas y se despejó el salón para efectuar un baile de gala hasta altas horas de la noche.


 Salón de la Casa Colón donde se realizó el banquete por el fin de la guerra. Fuente: www.juntadeandalucia.es

Por otra parte, y ya al día siguiente, fue organizado otro acto consistente en un almuerzo en el Hotel Internacional de la capital, dando comienzo a las 13.30 horas. Allí asistieron más de un centenar de comensales, disfrutando de un ambiente plenamente festivo, y estando presentes nuevamente los cónsules de las potencias aliadas anteriormente citados. El menú servido a los invitados consistió en diversas viandas, comenzando con entremeses variados y primeros y segundos platos compuestos por paella a la valenciana, pescado a la Dugleré, ternera a la Wilson y galantina trufada al Aspic; acompañado todo ello de vino amontillado, rioja y champagne, concluyendo con postres a base de pudding, café, licores y puros habanos.

En esta ocasión, los brindis fueron propuestos por diversas autoridades de la provincia, alabando todos ellos el heroísmo de las tropas aliadas en su lucha contra lo que consideraron la tiranía de los imperios centrales. Uno de los discursos más aplaudidos fue el del líder reformista onubense José Marchena Colombo (1862-1948), quien, según las crónicas periodísticas “...terminó vitoreando a Francia la heroica, Inglaterra la abnegada, Bélgica la mártir y a Wilson, gran sacerdote del ideal que ha sabido imponer a la humanidad el nuevo derecho”. Asimismo, por su especial significación uniendo Huelva con la causa aliada, reproducimos la oda promulgada por Joaquín Domínguez Roqueta:

Esta copa de vino espumoso
me produce un placer delicioso,
¡Es la copa del vino triunfal,
El alzarla me llena de gozo,
contemplarla, me causa alborozo,
¡Es el fin de la guerra infernal!

Esta copa de vino espumoso
me produce un placer colosal,
Representa la lucha ganada,
El olvido de penas ganadas,
¡La alegría del triunfo actual!

Esta copa de vino espumoso
me produce un placer fervoroso.
No es la copa del Santo Grial,
ni la consagrada del vate Mistral,
pero es algo muy grande y hermoso
¡La victoria de un pueblo brioso, galante,
valiente y caballeroso, sobre esa maldita
gentuza imperial!

¡Viva Bélgica y su Rey!
¡Viva Francia y viva Foch!
¡Viva Wilson con su Ley!
¡Viva el tigre Clemenceau!
¡Viva Inglaterra valiente!
¡Viva Italia valerosa!
¡Viva el poeta eminente,
que en vez de la bomba ardiente
arrojó su hermosa prosa
sobre la vienesa gente!

¡Viva la raza latina!
Y ¡Viva también mi España!
¡Sí, ahora no se ha dado maña,
en su legión y en historia
habrá algo que la absuelva!
Y en fin, queridos amigos
¡Viva el Sol y Viva Huelva!

La última gran celebración por el triunfo aliado en la capital en estos días posteriores al armisticio, vino dada, ya al lunes siguiente, a bordo del buque griego Argo, dándose cabida allí nuevamente los cónsules aliados en Huelva y diversas autoridades provinciales; organizándose en su interior un banquete servido por el personal del Hotel París, bajo la supervisión del cónsul griego Jerónimo Carisola y el capitán del vapor heleno, Nicolás Moscholios. Dicho buque, que estuvo al servicio del Almirantazgo británico durante la guerra bajo el mando del oficial inglés R. Mellenton, fue adornado profusamente con varias banderas de los países aliados, ondeando asimismo el pabellón español en el trinquete, como símbolos victoriosos que inaugurarían una preponderancia mundial durante los próximos años. 

Asimismo, localidades de la sierra onubense tampoco quisieron desaprovechar la ocasión de festejar tan feliz acontecimiento mundial; siendo el caso, entre otras, de El Repilado, cuyas autoridades remitieron un telegrama al cónsul francés en tales términos: "Socios Peña Recreativa este caserío, término Jabugo, reunidos fraternal banquete conmemoración paz, felicitan a países aliados ante el triunfo grandioso de sus ideales".

No obstante estas celebraciones por el armisticio, la firma del Tratado de Paz definitiva no tendría lugar hasta un año después, el 28 de junio de 1919, en el Palacio de Versalles parisino; motivando, igualmente, la realización de nuevos actos en la provincia onubense para festejar la tan ansiada paz en Europa.


 Pintura de la firma del Tratado de Paz de París. Fuente: www.historiek.net

De este modo, en la localidad de Minas de Riotinto, donde se hallaba la comunidad británica más numerosa por mor de explotar las minas, se organizaron diversas celebraciones por parte del director de la Compañía Walter J. Browning tras conocerse la noticia; comenzando con una sonora pitada de las sirenas de la compañía minera a las 18:30 horas. Y ya en torno a las 21:30 horas se prendió una enorme hoguera con unas treinta toneladas de leña, que iluminó gran parte del distrito minero; al tiempo que se colocaron dos rótulos luminosos en los núcleos urbanos de Naya y en el Cerro Salomón, con las ansiadas palabras “La Paz”.

Asimismo, el consistorio riotinteño quiso sumarse también a estas celebraciones con el lanzamiento de numerosos cohetes y la procesión de la banda de música municipal, que hizo un recorrido por las calles de la localidad hasta llegar al núcleo británico de Bella Vista, el cual estaba exornado con numerosas banderas y farolillos de colores, y donde fueron agasajados sus miembros tras tocar los himnos nacionales inglés y de las demás potencias aliadas. De tal modo, finalmente, todos estos actos concluirían, un día después, el 29 de junio de 1919, cuando se celebró en el Club inglés un baile de gala al que acudieron los principales cargos del staff británico y español de la localidad minera junto a sus esposas. 


 
Bibliografía:
-Diario La Provincia.

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