¿Qué es la Historia?

"La Historia cuenta lo que sucedió, la Poesía lo que debía suceder"

Aristóteles (384-322 a.C.)

domingo, 29 de octubre de 2017

Acciones de sabotaje en Huelva durante la II Guerra Mundial

La propia situación geográfica de Huelva, muy próxima al Estrecho de Gibraltar, motivó que en su territorio se desarrollasen diversas operaciones de espionaje, ataque y sabotaje durante la II Guerra Mundial. Asimismo, ello fue favorecido por el hecho de que España fuera un aliado ideológico de Alemania durante la contienda y su connivencia con el Führer germano Adolf Hitler se manifestara en multitud de ocasiones dentro de nuestro territorio, a pesar de que Franco nunca se sumara formalmente a la lucha contra los aliados tras fracasar sus negociaciones en la reunión de Hendaya que ambos líderes llevaron a cabo el 23 de octubre de 1940.

Una de estas múltiples operaciones planificadas y llevadas a cabo en nuestra ciudad fue el sabotaje de diversos buques mercantes aliados estacionados en el puerto onubense, con el fin de inutilizarlos o hundirlos, con la intención de dañar de la mayor forma posible el aprovisionamiento marítimo comercial de materiales o recursos muy necesarios para el mantenimiento de la lucha.

De tal forma, y según consta en la documentación del Centro del Servicio de Inteligencia Militar del Ejército de los Estados Unidos del año 1947, se produjeron varios ataques y sabotajes a contenedores de gasolina y municiones de los aliados en el puerto de Huelva; pero, como ya hemos dicho, y muy especialmente por la relevancia que ello suponía, a buques mercantes italianos allí estacionados, una vez que Italia firmó el armisticio con las potencias aliadas a finales de 1943.

El cuerpo de la Abwehr, la inteligencia militar alemana, encargado de estas operaciones en territorio onubense fue el Ref II, una unidad especial de sabotaje con mando en Madrid y dependiente de Berlin; compuesta por diversos comandos operativos que actuaron en algunas ciudades españolas al mando de Friedrich Hummel. El constatado éxito de estas continuas operaciones no sólo en Huelva sino también en ciudades como Cádiz, Cartagena, Barcelona y Vigo se debió en gran medida al liderazgo de Fritz Hummel, nacido en Jena (Turingia) en el año 1910; y quien, tras su graduación secundaria, decide dejar los estudios universitarios iniciados por la falta de dinero de su familia en 1930, empezando para trabajar como marinero en la compañía marítima Heisz de Hamburgo hasta 1933.

Ese mismo año decide afiliarse al partido nazi, el llamado Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei (NSDAP) y a las milicias del partido, las Sturmabteilung (SA). En mayo de 1933 se une a la policía alemana y hasta 1937 permanece en el cuerpo, graduándose como Kriminalkommissar en el Polizei Institut. Una vez concluidas sus funciones como policía durante varios años, es asignado al Abwehr Abt II Gruppe Ost, en la Escuela de Sabotaje de Quentz, cerca de Brandenburgo; donde concluirá su entrenamiento en noviembre de 1941. 


 El jefe del comando alemán Friedrich Hummel. Fuente: www.tracesofwar.com

Un mes después comenzarían sus misiones en España, donde se le asignaría sabotear buques aliados en varios puertos españoles y de Gibraltar, previa autorización del ayudante del Estado Mayor del Ejército Bernd Freytag-Loringhoven, destinado en Berlin. Estas acciones de sabotaje consistieron en la infiltración de los comandos en los puertos y la colocación de bombas con mecanismo de explosión retardada y cargas magnéticas en el cargamento o estructura de los navíos, a fin de que explotaran minutos después de su salida de puerto, con la intención de que las autoridades pensasen que se había tratado de un accidente y evitar así sospechas de que fuese un ataque enemigo.

El comando de Hummel que actuó en Huelva estaba formado, aparte de él mismo, por otros ocho hombres: Fritz W. Blaum (asistente de Hummel), Kampen (teniente) y los cabos Joseph Waber, Paco Zimmermann, Hans Ritter, Paul Hoffmann, Karl Memmel y Strauss. Así, y al poco tiempo de la rendición de Italia, la Abwehr ordenó a Hummel atacar los buques italianos atracados en Huelva y otras ciudades andaluzas, a fin de que no se pusieran ahora al servicio de los aliados. De tal modo, Hoffman y Waber fueron encomendados fijar una mina en el casco de un barco mercante italiano que se hallaba en el puerto onubense, produciéndose una gran explosión que dañó enormemente el navío en el momento de su entrega a los británicos.


 Hummel con los hombres que formaban su comando. Fuente: www.metapedia.com


Asimismo, y durante el verano de 1943, Freytag-Loringhoven ordenó la preparación de depósitos con materiales de sabotaje, para anticiparse a una posible invasión de los Aliados en España. Dichos depósitos se conformaban como cajas de unos treinta y cinco centímetros, en las que se incluían mechas, explosivos y pequeñas minas magnéticas, escondiéndose en diversas localizaciones de diversas ciudades costeras del sur español, no conocida su ubicación salvo por fotografías y croquis, para poder ser buscados en su lugar exacto y utilizados por los espías alemanes que operaban en suelo español si fuera necesario. Para el caso de Huelva, los alemanes depositaron este material muy próximo al monumento a la Fe Descubridora, una fábrica abandonada en la periferia del puerto y en las inmediaciones de la carretera que unía Huelva con Niebla.

La estancia de Hummel, alias Hartung, Heise o Holmers, en España concluyó en febrero de 1944, cuando es requerido para la realización de otras operaciones en Italia y Holanda, país donde tuvo, entre otras, la misión de volar en puente de Nijmegen, retornando desde noviembre de 1944 hasta abril de 1945 a su unidad de origen; y cuando ésta fue disuelta por los aliados huyó a las montañas del Tirol, siendo detenido finalmente por los estadounidenses el día 18 de octubre de 1946 en la ciudad de Schwabmünchen.

domingo, 22 de octubre de 2017

Los navíos de Trafalgar en las costas onubenses.

Al mediodía del 21 de octubre de 1805, y contextualizado en las guerras napoleónicas, tuvo lugar en las aguas próximas al cabo de Trafalgar, Cádiz, un decisivo combate naval de unas seis horas de duración entre una armada británica, compuesta por 27 navíos de línea y 6 fragatas, y una escuadra hispano-francesa formada por 33 navíos de línea y 7 fragatas.

Este magno combate marítimo no fue sino la materialización y el desencadenante último de unas acciones geopolíticas contrapuestas en grado máximo entre la república francesa y Gran Bretaña, así como la manifestación de unas políticas de alianzas entre diversos estados europeos. De tal forma, Gran Bretaña se convirtió en un gran obstáculo para los intereses expansionistas europeos de Napoleón Bonaparte (1769-1821); quien, sabedor de la importancia de dominar los mares para lograr sus objetivos militares, pidió ayuda al reino de España para que su flota se aliara con la francesa y contrarrestar así el poderío naval británico. 


 Orden de batalla presentada por las escuadras en Trafalgar. Fuente: www.fr.academic.ru

No obstante, y a pesar de que España se mantuvo en un principio reacia a tal colaboración, los continuos incidentes entre buques británicos y españoles, culminando incluso en hundimientos de navíos civiles españoles, motivó que el reino hispano declarase la guerra a los británicos en 1804, firmando asimismo una alianza militar con Francia en enero de 1805.

Sabedora Gran Bretaña de la enorme amenaza que supondría para sus intereses la unión de las armadas de sus potencias enemigas, su estrategia consistió en tratar de dispersarlas y combatirlas en otros escenarios no tan próximos a sus costas. Así, ya hubo un primer combate en Finisterre el 22 de julio, tras el cual la flota hispano-francesa decide retirarse a Cádiz. En este transcurso de tiempo, se produjeron maniobras tácticas por las tres potencias, con constantes persecuciones y acciones evasivas que salvaguardasen su integridad hasta un combate definitivo, el cual llegó finalmente el 21 de octubre.

A primera hora de ese día, el almirante Nelson (1758-1805) ordena a la flota británica presentar una formación de combate basada en dos columnas, una que estuvo liderada por el propio almirante y la otra por el vicealmirante Collingwood (1748-1810), rompiendo de manera perpendicular por su centro la formación de naves francoespañolas lideradas por el mediocre almirante Villeneuve (1763-1806), amenazando asimismo su retaguardia. Ello supuso una considerable ventaja en el combate desde el primer instante, quedando aislados numerosos buques a merced de los disparos británicos. Como es sabido, el resultado de la batalla fue desastroso para el reino de España y para Francia, potencias que perdieron gran número de barcos, bien por hundimiento, encallados por el temporal que comenzó la misma tarde del combate o por su captura a manos de los ingleses.

Precisamente, y debido a su gran proximidad, las costas onubenses fueron protagonistas indirectas de esta batalla al recalar en sus aguas tres de los navíos combatientes una vez fueron rendidos. Así pues, destaca la arribada a las costas onubenses del navío francés de segunda clase S.M.I. Berwick, construido en 1775 en Portsmouth (Inglaterra), y capturado por Francia en el 1795; el cual estaba bajo el mando de Jean Comas, dotado con unos 74 cañones y con una tripulación de 814 hombres, sufriendo unas 790 bajas entre muertos, heridos y prisioneros. 


El navío francés S.M.I. Berwick. Fuente: www.ancienhistories.blogspot.com

El buque fue apresado en la batalla y, el 22 de octubre, estaba siendo remolcado por el H.M.S. Britannia hasta que decidió soltarlo súbitamente tras divisar una nueva armada aliada que se aproximaba a auxiliar a los supervivientes. De tal manera, el maltrecho navío prosiguió su derrota con su escasa dotación original luchando contra el fuerte temporal, hasta que finalmente las corrientes marinas hicieron que naufragase en la costa onubense el día 27, en un punto que estaría localizado entre los torreones de vigilancia costeros de Zalabar y Carboneros, pertenecientes ambos a la playa de Arenas Gordas.

Otro de los buques de la batalla de Trafalgar llegados a las costas de Huelva fue el navío de segunda clase S.M.C. Monarca, construido en 1794 en El Ferrol. Estuvo liderado por Teodoro de Argumosa, poseía una artillería de 74 cañones y tuvo una dotación de 672 hombres, quienes padecieron 350 bajas entre muertos y heridos. Este navío sufrió enormemente durante la batalla, siendo atacado en inicio por el H.M.S. Royal Sovereign, quedando muy maltrecho y tratando de ser remolcado horas después del combate, pero esta acción se abandonó al poco por los vencedores debido al fuerte temporal, quedando finamente varado en la costa de Huelva, conservando aun su trinquete, y al que se prendió fuego, entre las torres de vigilancia de la Higuera y el Asperillo. 


 Grabado del navío español S.M.C. Monarca. Fuente: www.iaph.es
 

Por último, cabe resaltar aquí al navío de primera clase S.M.C. Rayo, comandado por el brigadier Enrique McDonell y construido en el 1749 en La Habana; dotado con 100 cañones y albergando una tripulación de 813 hombres, los cuales sufrieron catorce bajas en la batalla. Este navío hispano no fue capturado por los ingleses, sino que se resguardó la misma noche del combate en Rota, para salir dos días después en auxilio del Neptuno y el Santa Ana, que se hallaban sin mástiles y amenazados por varios buques británicos próximos; pero, fue finalmente interceptado por el navío Donnegal, por lo que la junta de oficiales determinó encallarlo en la costa de Arenas Gordas, ante la imposibilidad de responder al fuego y arriar la bandera, capturándose finalmente a su dotación. Una vez en la costa fue quemado por los ingleses para no ser nuevamente reutilizado por los marinos españoles.

 Acuarela del navío español S.M.C. Rayo. Fuente: www.iaph.es

Las consecuencias de este histórico combate naval fueron del todo perjudiciales para España y Francia, pues desde ese año se inició un dominio total de los mares por parte de los británicos, conllevando el desestimar definitivamente por Napoleón su idea de conquistar Gran Bretaña; al tiempo que los ingleses tomarían el control del Estrecho de Gibraltar y obstacularizarían en gran medida el poderoso dominio comercial marítimo español ejercido hasta ese momento con sus territorios americanos.


 
BIBLIOGRAFÍA:

-www.iaph.es

sábado, 21 de octubre de 2017

Los orígenes del tenis en la provincia de Huelva

La implantación del tenis, o lawn tenis, como práctica deportiva en la provincia de Huelva tuvo su origen en el Rio Tinto English Club, en tanto que actividad regida por una vocalía propia, al igual que sucedía también con otros deportes como el polo, el foot-ball y el cricket, siendo organizados por la sociedad cultural y deportiva constituida en 1878 por la empresa británica The Rio Tinto Company Limited en dicha localidad minera.

Igualmente, y a medida que su práctica se iba generalizando entre los miembros británicos de las compañías mineras instaladas en algunas villas de la provincia onubense, fue necesaria su completa regularización a fin de serle otorgada una reglamentación y normativa unificada que fuese aceptada en cada encuentro que se efectuara por todos los jugadores de este incipiente sport.


 Grabado de un partida de lawn tenis de finales de siglo XIX. Fuente: www.britainhistory.wordpress.com


Asimismo, años más tarde, el lawn tenis llegaría a ser un deporte plenamente institucionalizado en la ciudad de Huelva tras constituirse la sociedad deportiva del Huelva Recreation Club en 1889, que ya disponía de pistas para practicar esta actividad desde el año 1886 en las inmediaciones del Hotel Colón de la capital. Y no sólo se trataría de un deporte masculino, sino que fueron numerosas las mujeres británicas que comenzaron a practicarlo, transmitiéndose igual afición con el devenir de los años a las españolas.

En este sentido, tenemos noticias por parte del secretario del Huelva Recreation Club, E. W. Palin, de la práctica del lawn tenis el 18 de enero de 1890, cuando se disputó un match desde las dos hasta las cinco de la tarde, ofreciéndose asimismo durante el descanso un té a las señoras de los socios asistentes. Meses después, el 17 de mayo, vuelve a realizarse otro encuentro en los jardines del Hotel Colón, esta vez entre el Rio Tinto English Club y el Huelva Recreation Club, resultando ganador éste último y, por haberse celebrado el partido al mediodía, se organizó un lunch para los miembros de ambas sociedades deportivas.

Y esta sería la asidua dinámica de encuentros de tenis realizados entre ambos clubes deportivos provinciales durante dos décadas en tanto que miembros de la recién creada Asociación de Lawn Tenis de Clubes de la Provincia de Huelva, hasta que se produjo un verdadero hito de importancia notable para la consolidación de este deporte a nivel provincial y, con el tiempo, a nivel nacional; y que no fue sino la concesión otorgada en 1912 por el monarca Alfonso XIII a Huelva como sede organizadora de la Copa de S. M. el Rey de Tenis, torneo que viene celebrándose desde entonces cada año en la ciudad.


 Partido de tenis mixto en las pistas de la sede onubense. Fuente: http://rcrtenishuelva1889.com

Así, en la primera semana del mes de mayo de 1912, se realizaron tres torneos de tenis, los propios del Campeonato de Huelva, esto es, la Copa de S. M. el Rey; la Challenge Cup, de D.C.W. Fielding y el torneo de la Copa Alkali, organizado por la compañía británica The United Alkali Company Limited. En lo que al primer campeonato se refiere, resultó ganador del mismo en el partido individual de caballeros R. E. Harman, quien obtuvo como premio la copa de plata, mientras que el segundo clasificado, F. K. Peach, recibió como premio una fuente también de plata.

Igualmente, en la Copa Fielding resultó ganador esta vez Peach, venciendo a su oponente Harman, otorgándose en la ceremonia de entrega de premios por parte de la esposa del vicecónsul británico en Huelva, Atwood, una copa de plata al primer clasificado y una jarra de cristal con escudo plateado al segundo. Asimismo, en el partido por parejas masculino, los premios consistieron en dos candeleros a los vencedores, Harman y A.R. Sturgess, mientras que a la pareja perdedora, formada por Peach y A. W. Hallward, se les obsequió con sendos gasógenos.

También, y como premio para los vencedores del partido mixto entre “señoritas y caballeros”, se concedieron, respectivamente, un reloj y un bolso de plata para Peach y su esposa; mientras que el equipo derrotado fue galardonado con una caja para cigarros y un esenciero, tomados por Hallward y Miss A. Leask. Y, finalmente, el partido individual femenino concluyó con la victoria de la señora Peach, quien recibió un centro de mesa elaborado en plata, mientras que a su contendiente, Miss A. Black, se le regalaron dos bandejas.

jueves, 19 de octubre de 2017

El club británico de Bella Vista

Transcurridos unos años de la llegada del personal británico para trabajar en la compañía The Rio Tinto Company Limited en las explotaciones mineras riotinteñas, la dirección determinó el establecimiento, en 1878, de una sociedad que estuviese dedicada al esparcimiento, la práctica de diversos deportes y la realización de actividades culturales que, al igual que acontecía en Gran Bretaña, no sólo propiciasen una camaradería entre el personal técnico fuera del horario laboral sino que sirviera para cumplimentar de manera adecuada sus horas de ocio.

De tal forma, la nueva sociedad lúdica, denominada Rio Tinto English Club, tuvo su primigenia sede en el antiguo y desaparecido pueblo de La Mina, desde su instauración hasta el año 1884, cuando se establece como sede física de la sociedad el antiguo pabellón elaborado en madera que la propia compañía minera empleó para su muestra en la Exposición Nacional de Minería y Artes Metalúrgicas de Madrid que se había celebrado un año antes, y que se decide instalar ahora en el incipiente barrio de Bella Vista.


 Panrámica del barrio de Bella Vista con el primigenio club inglés. Fuente: http://tierrasdeldescubrimiento.diphuelva.es

No obstante, la debilidad de la madera ante las condiciones medioambientales y climáticas hizo que el deterioro de la instalación fuese cada vez mayor, siendo continuas sus reparaciones, por lo que hubo de tomarse la decisión de establecer una nueva sede fijada en un edificio que estuviese construido con materiales duraderos y resistentes. De tal forma, se decidiría la creación de una instalación ex novo en el barrio donde residía el personal laboral cualificado de la compañía británica, centralizándose así las variadas actividades de entretenimiento y deportivas (tenis, golf, críquet, fútbol, etc.) efectuadas por los británicos.

Las obras finalizaron en el año 1903, conformándose como un único edificio de planta baja con espaciosas habitaciones que, al decir de las crónicas de la época, destacaban dependencias “...tales como el salón de actos, salas de lectura, de tresillo, de billares, cuartos de baño y de vestir, y su magnífico bar”. Asimismo, las fuentes documentales alaban en especial los sistemas de ventilación e iluminación de la sala de billar, pues “...no se notaba el humo del tabaco ni el calor sofocante y molesta temperatura que se observa en análogos salones”.

La junta directiva del Rio Tinto English Club estuvo constituida ese año por un presidente, el Dr. R. Rusell Ross, cinco vocales, G. Douglas, O. F. Edwards, G. Brady, F. L. Ianson y W. Glover; siendo su secretario A. T. Butler. Y precisamente, esta dirección de la sociedad sería la que promoviera una serie de actos para celebrar la inauguración del nuevo edificio el 4 de diciembre del citado año, efectuándose, antes y después de la cena de gala, significativos bailes como el vals o las tradicionales sevillanas.

Al evento asistieron numerosos invitados, españoles y británicos, no sólo residentes en Riotinto sino también llegados de otras poblaciones como Peña del Hierro, Zalamea la Real o Huelva, quedando asimismo registrados apellidos, entre otros muchos, tales como Rowcroft, Jiménez, Hocking, Palmer, Lawton, Carlyle, Lancha, Crambach, Woolcock, McDonald, Sheffield, Wykes, Bennet, Morgan o Sutherland.


 Celebración en el club por la coronación de Jorge VII en 1937. Fuente: http://garrat-patrimoniominero-industrial.blogspot.com.es

Desde el mismo instante de su inauguración, la vida en el club británico proseguiría con multitud de celebraciones los días de especial significación, en especial, el día del cumpleaños de la reina Victoria o los días de nochebuena y fin de año; continuando como el lugar de reunión y descanso por excelencia para la colonia británica allí asentada, ostentando igualmente el English Club toda la ornamentación típica de cualquier otro club sito en el Reino Unido: copas y trofeos deportivos, cuadros con paisajes, bucólicos grabados, y los números atrasados de periódicos ingleses como el Times, el Morning Post o el Ilustrated London News, conformándose el lugar, pues, como un destacado centro de reunión de la vida política, social y empresarial de la comunidad extranjera en Riotinto.

Fue tal la actividad cultural del club social que se llegaron a realizar espectáculos teatrales en su salón de actos, como el protagonizado, presumiblemente, por el actor Charles Chaplin el 14 de febrero de 1919; quien llegaría de la mano de la compañía de circo ecuestre que dirigía Gonzalo Agustino, actuando ante un numeroso público allí congregado que admiraba no sólo las representaciones del ilustre Charlot, sino también las actuaciones de la Troupe de los seis Mervilles, de los alambristas, contorsionistas y cómicos; celebrándose todo ello en su amplio salón engalanado con banderas, gallardetes, farolillos japoneses y colgaduras ornamentales.

Tras esa celebración, en fin, llegarían otras muchas en fechas destacadas, tanto por el personal británico como por el español, convirtiéndose el club por largo tiempo, aunque sufriendo diversas reformas, como uno de los lugares más emblemáticos y de referencia, por su propia significación histórica, de la localidad de Minas de Riotinto.

martes, 17 de octubre de 2017

El hundimiento del "S.S. Halldor" en Huelva

El día 3 de agosto de 1917, enmarcado en las numerosas acciones navales bélicas de la Gran Guerra (1914-1918), tuvo lugar en las costas onubenses un ataque de guerra submarina protagonizado por el sumergible alemán U-39 y el buque mercante noruego SS Halldor.

El navío, de bandera noruega desde 1915, fue construido por la J. Priestman & Co. en Sunderland, Inglaterra, en 1896, y era perteneciente a la compañía Odfjell A/S - Storli A/S - Fr. & Abr. Odfjell, cuya sede estaba radicada en la ciudad de Bergen (Noruega). Con un peso de unas 2919 toneladas, había zarpado el 22 de julio anterior desde Glasgow, en Escocia, y tenía como destino el puerto italiano de Civitavecchia, en Roma.

Se trataba de un buque mercante de propulsión a vapor que, al mando del capitán Bendix Herman Sjursen (nacido en Stavanger en 1885), transportaba unas 4400 toneladas de carbón en el momento del ataque. Estaba construido en acero, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 11 nudos y era poseedor de unos 99,1 m x 14,3 m x 7,2 m de dimensiones totales. Por su parte, el submarino atacante, el U-39, fue construido en los astilleros de Germaniawerft, en Kiel, y fue botado el día 26 de septiembre del año 1914. Su comandante fue el Kapitänleutnant Walter Forstmann (1883-1973), nacido en Essen y condecorado nueve veces, ostentando la Cruz de Hierro de 1ª Clase, entre otras.


 El Kapitänleutnant Walter Forstmann. Fuente: www.uboat.net

La tripulación del Halldor, formada por un total de 24 marineros, de los cuales tres de ellos eran españoles, fueron testigos directos de lo acontecido horas antes en la mar, y relataron con gran pesar a su llegada a tierra el ataque germano. Así, refirieron que, en torno a las 17:50 horas, sintieron el rugir de unos “tres cañonazos”, lo que produjo que se ordenara inmediatamente parar máquinas y detener la nave, en un punto no bien especificado al SO de la ciudad de Huelva, pero estimado sobre una distancia de entre siete y diez millas de la barra onubense.

Los disparos efectuados por el submarino germano no alcanzaron al objetivo, por lo que se deduce que se trataron de disparos de advertencia, a fin de lograr la detención del buque. Así, en torno a las 18:00 horas, el sumergible comenzó a emerger lentamente, divisándose la parte superior del casco, la bandera de combate y un cañón; para, acto seguido, aproximarse al navío noruego y subir a bordo varios miembros de la tripulación alemana.

Los alemanes accedieron a las dependencias del Halldor, cogiendo víveres y objetos valiosos de los marinos nórdicos en una acción de saqueo que concluyó a las 18:15 horas, cuando finalmente el comando de asalto alemán colocó varias cargas explosivas en las bodegas del buque, y mientras que el capitán Sjursen despachaba con Forstmann en el submarino por varias horas para, finalmente, permitir que la totalidad de la tripulación noruega montase en dos botes con sus pertenencias y se dirigiera a la costa onubense, separándose ya de su nave que seguía al pairo.



 El buque noruego SS Halldor. Fuente: www.wrecksite.eu

Pocos minutos más tarde pudieron oírse varias explosiones simultaneas que confirmaban el lento hundimiento del buque noruego, mientras su tripulación remaba hacia tierra. En efecto, el primer bote transportaba al primer oficial y a once marineros, quienes arribaron a la playa de Mazagón en torno a las 23:00 horas. De tal modo, y una vez en tierra, los marinos se dirigieron al cuartel de carabineros próximo al faro del Picacho, donde fueron auxiliados por la dotación militar allí destacada.

Por su parte, el otro bote, ocupado por el capitán del Halldor y los once marineros restantes, se dirigió hacia el navío de los prácticos, donde fueron igualmente atendidos y auxiliados. Allí tuvieron que esperar la llegada del cañonero español Vasco Núñez de Balboa que, tras recibir la orden de auxilio, acudió sobre las 2:30 horas hacia la posición del vapor de los prácticos para recoger a los náufragos y, una vez concluido, seguir con rumbo a la barra para hacer lo propio con el resto de la tripulación nórdica, prosiguiendo su último rumbo hacia el puerto de Huelva, donde atracaría a las 8:00 horas.

Una vez desembarcados en Huelva, la dotación noruega acudió, finalmente, y entre los gritos de admiración de los numerosos curiosos allí congregados, a la Comandancia de Marina, donde prestarían declaración a las autoridades militares españolas de lo sucedido en su buque el día anterior, algo que repetirían nuevamente el 11 de agosto ante el cónsul de Noruega en Cádiz, el señor Emile Huart.


 
BIBLIOGRAFÍA:

-Sjøforklaringer over Norske Skibes Krigsforlis. Bind III. Utgit ved Sjøfartskontoret. 2Det. Halvaar, 1917.

lunes, 16 de octubre de 2017

El estandarte romano de Urium

El territorio que conforma la península Ibérica fue un escenario fundamental durante las luchas que mantuvieron Roma y Cartago por detentar la hegemonía mediterránea. En efecto, el poder romano constató que los ingentes recursos peninsulares atesorados por Cartago eran el principal obstáculo para la derrota de su enemigo norteafricano y, por ello mismo, se planificó la toma militar de los territorios peninsulares cartagineses.

Así, el primigenio desembarco efectivo del poder romano se produjo en 218 a.C., en Emporion, la actual Ampurias, liderado por las tropas al mando del procónsul Publio Cornelio Escipión; aunque, ha de decirse que la verdadera conquista y posterior romanización no llegaría hasta el año 206 a.C., durante la Segunda Guerra Púnica, cuando Roma no sólo se limitó a expulsar definitivamente a los cartagineses, sino a tomar el control de manera indefinida del territorio peninsular.


Legiones romanas combatiendo. Fuente: www.revistadehistoria.es

A partir de esta fecha se produjo un continuo avance de la influencia romana y gestión de las nuevas tierras adquiridas por la República, efectuándose todo ello por medio de la conquista militar. Los soldados romanos, milites, debían luchar ahora en una tierra nueva para ellos y, asimismo, fue fundamental establecer defensas, limitar el control de las recientes áreas conquistadas y descansar, conjugándose todo ello en la implantación de los campamentos, castra, ya fuesen éstos permanentes (castra hiberna) o temporales (castra aestiva).

Concluida la conquista militar, era necesario el control total y gestión del nuevo país. Por ello, se determinó el efectuar una primera división del territorio de Hispania en dos provincias, la Citerior y la Ulterior. De tal modo, y para el caso que nos ocupa, Urium, la antigua urbe romana identificada en las inmediaciones del actual Minas de Riotinto, estuvo encuadrada en la Ulterior y, desde el 27 a.C., en la Provincia Ulterior Baetica, dándose además la particularidad que, al ser un área minero, desde ese mismo año pasó a estar controlada y gestionada por el ejército romano tanto la actividad minera como la vigilancia y seguridad de las vías de comunicación.

En este mismo orden de cosas, y en relación a la importancia militar de Urium, debemos resaltar el hallazgo acontecido en 1925 por el Jefe Mecánico Kenworthy en el escorial romano de San Carlos, sito en las explotaciones mineras que por aquél entonces gestionaba la compañía británica The Rio Tinto Company Limited, de una estatuilla de bronce que representa un jabalí y que, según algunas teorías, se ha de interpretar como un emblema o estandarte de una unidad militar no tan grande como una legión, a buen seguro, una vexillatio.

 Estatuilla de bronce hallada en Minas de Riotinto. Fuente: www.broncesromanos.es 

Se acepta esta teoría al considerarse que existieron legiones que adoptaron la figura del jabalí como su emblema, tales como la I Itálica, X Fretensis o la XX Valeria Victrix, las cuales ostentaron este signa militaria, cogidas por el portador del estandarte, el signifer, hasta que el cónsul Cayo Mario unificó todos los emblemas de las legiones bajo la representación única del águila en el siglo II.

No obstante, a día de hoy, su exégesis no resulta del todo clara, pues según otros autores, debería considerarse como un exvoto decorativo o religioso dedicado al dios Endovélico, culto céltico prerromano traído e instaurado en las minas por el sustrato poblacional lusitano; o incluso, podría tratarse también de una representación votiva del dios Marte.


Representación antropomorfa del dios céltico Endovélico. Fuente: www.redlusitania.es

En definitiva, lo que sí nos resulta inamovible son la cronología y dimensiones de la figura, pues data del siglo I y posee unas medidas de 25 cm x 16 cm x 5 cm; conservándose actualmente en el British Museum de Londres, al tiempo que existen otras copias de la misma que pueden ser contempladas en el Museo Provincial de Huelva y en el Museo Minero de Minas de Riotinto.