El territorio que
conforma la península Ibérica fue un escenario fundamental durante
las luchas que mantuvieron Roma y Cartago por detentar la hegemonía
mediterránea. En efecto, el poder romano constató que los ingentes
recursos peninsulares atesorados por Cartago eran el principal
obstáculo para la derrota de su enemigo norteafricano y, por ello
mismo, se planificó la toma militar de los territorios peninsulares
cartagineses.
Así, el primigenio
desembarco efectivo del poder romano se produjo en 218 a.C., en
Emporion, la actual Ampurias, liderado por las tropas al mando del procónsul Publio Cornelio Escipión; aunque, ha de decirse que la verdadera conquista y
posterior romanización no llegaría hasta el año 206 a.C., durante
la Segunda Guerra Púnica, cuando Roma no sólo se limitó a expulsar
definitivamente a los cartagineses, sino a tomar el control de manera indefinida
del territorio peninsular.
Legiones romanas combatiendo. Fuente: www.revistadehistoria.es
A partir de esta fecha se
produjo un continuo avance de la influencia romana y gestión de las
nuevas tierras adquiridas por la República, efectuándose todo ello
por medio de la conquista militar. Los soldados romanos, milites,
debían luchar ahora en una tierra nueva para ellos y, asimismo, fue
fundamental establecer defensas, limitar el control de las recientes
áreas conquistadas y descansar, conjugándose todo ello en la
implantación de los campamentos, castra, ya fuesen éstos permanentes (castra
hiberna) o temporales (castra aestiva).
Concluida la conquista
militar, era necesario el control total y gestión del nuevo país. Por
ello, se determinó el efectuar una primera división del territorio
de Hispania en dos provincias, la Citerior y la Ulterior. De tal
modo, y para el caso que nos ocupa, Urium, la antigua urbe romana
identificada en las inmediaciones del actual Minas de Riotinto,
estuvo encuadrada en la Ulterior y, desde el 27 a.C., en la Provincia
Ulterior Baetica, dándose además la particularidad que, al ser un
área minero, desde ese mismo año pasó a estar controlada y
gestionada por el ejército romano tanto la actividad minera como la
vigilancia y seguridad de las vías de comunicación.
En este mismo orden de
cosas, y en relación a la importancia militar de Urium, debemos
resaltar el hallazgo acontecido en 1925 por el Jefe Mecánico Kenworthy en el
escorial romano de San Carlos, sito en las explotaciones mineras que por aquél
entonces gestionaba la compañía británica The Rio Tinto Company Limited, de una
estatuilla de bronce que representa un jabalí y que, según algunas
teorías, se ha de interpretar como un emblema o estandarte de una
unidad militar no tan grande como una legión, a buen seguro, una
vexillatio.
Estatuilla de bronce hallada en Minas de Riotinto. Fuente: www.broncesromanos.es
Se acepta esta teoría al
considerarse que existieron legiones que adoptaron la figura del jabalí como su
emblema, tales como la I Itálica, X Fretensis o la XX Valeria
Victrix, las cuales ostentaron este signa militaria, cogidas
por el portador del estandarte, el signifer, hasta que el cónsul
Cayo Mario unificó todos los emblemas de las legiones bajo la
representación única del águila en el siglo II.
No obstante, a día de hoy, su exégesis
no resulta del todo clara, pues según otros autores, debería
considerarse como un exvoto decorativo o religioso dedicado al dios
Endovélico, culto céltico prerromano traído e instaurado en las
minas por el sustrato poblacional lusitano; o incluso, podría
tratarse también de una representación votiva del dios Marte.
Representación antropomorfa del dios céltico Endovélico. Fuente: www.redlusitania.es
En definitiva, lo que sí
nos resulta inamovible son la cronología y dimensiones de la figura,
pues data del siglo I y posee unas medidas de 25 cm x 16 cm x 5 cm;
conservándose actualmente en el British Museum de Londres, al tiempo
que existen otras copias de la misma que pueden ser contempladas en el Museo Provincial de Huelva y en el
Museo Minero de Minas de Riotinto.
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