En 1868,
tras la revolución de septiembre, surge en España el Partido
Republicano Democrático Federal, de tintes
federalista y republicano, liderado por Francisco Pi i Margall
(1824-1901), como continuador del antiguo Partido
Democrático, que fue fundado en 1849.
Este partido
fue la segunda fuerza política más votada, tras la victoria de la
Coalición Progresista Radical,
en las elecciones a Cortes por sufragio universal masculino
efectuadas el 15 de enero de 1869, obteniendo un total de 85
diputados en el Congreso; enmarcándose tales comicios en la hoja de
ruta estipulada por el ejecutivo transitorio o Gobierno
Provisional de 1868-1871.
Uno de los
diputados de este partido republicanista que ocuparon los asientos de
la Cámara baja fue Francisco Díaz Quintero, nacido en Huelva el 22
de octubre del año 1819; y quien, tras concluir los estudios de
Periodismo y Derecho en la ciudad de Sevilla y fundar allí una
sociedad literaria, comenzaría a colaborar en el diario La
Discusión, donde quedaron plasmados muchos
de sus ideales políticos de corte federalista.
Apertura de las Cortes Constituyentes de 1869. Fuente: www.cursa.ihmc.us
Iniciada la
Revolución Gloriosa,
que supuso el derrocamiento y exilio de la reina Isabel II
(1830-1904) y el inicio del llamado Sexenio
Democrático, Díaz Quintero fue designado
vocal de la Junta Revolucionaria
de la capital hispalense, siendo asimismo el artífice de la
redacción de un manifiesto cargado de pensamientos orientados hacia
un orden político y social plenamente democráticos. Asimismo, todo
ello le supondría, en el año 1873, el ser miembro de la treintena
de diputados redactores de un proyecto de “constitución federal
republicana” que finalmente nunca llegaría a promulgarse.
Como
diputado a Cortes en la legislatura de 1869 a 1871, representó a la
circunscripción de Huelva tras las elecciones ya mencionadas,
obteniendo un total de 14.859 votos de 35.228 posibles, sobre un
censo formado por unos 44.832 electores; constituyéndose, pues, su
acta de diputado el día 16 de febrero de ese mismo año, y causando
baja como tal el 2 de enero del 1871. En esos años fue comisionado
también para dictaminar el proyecto de ley sobre la adjudicación de
la venta de las minas de Riotinto, junto a los señores Monasterio,
Ulloa, Mosquera, el Marqués de Perales, Rivera y Torres Mena.
De igual
forma, los años posteriores continuaría su actividad parlamentaria
una vez fue elegido por la circunscripción de Sevilla, desde el 26
de abril de 1871 hasta el 24 de enero de 1872; por la de Badajoz y el
distrito de Jerez de los Caballeros, desde el 5 hasta el 26 de junio
de 1873; continuando nuevamente por la pacense y el distrito de
Llerena, desde el 19 de junio de 1873 hasta el 8 de enero de 1874
para, finalmente, retomar su acta de diputado por Huelva y, ya al fin
de su carrera política, hacerlo de nuevo representando a la
provincia de Sevilla. Asimismo, también llegaría a ser senador por
la provincia de Gerona entre los años 1872 y 1873.
Díaz
Quintero fue además un reconocido masón, perteneciendo a la logia
Gran Oriente Nacional de España
y donde llegó a alcanzar altos cargos representativos de dicha
institución. Sin embargo, su mayor reconocimiento como figura
política llegó desde Cuba, donde el diputado onubense llegó tener
una gran consideración y prestigio por algunos sectores políticos
de la isla caribeña, y siendo públicamente admirado por el líder
independentista cubano José Martí (1853-1895), con quien no sólo
compartió ideales republicanos, sino que mantuvo una gran amistad.
El diputado onubense Díaz Quintero. Fuente: www.bne.es
En este
sentido, fue de especial admiración por Martí la defensa de las
libertades proclamadas e ideadas para España y sus territorios por
Díaz Quintero durante el Sexenio Democrático,
quedando este afecto reflejado en las Obras
Completas del
líder insurrecto cubano:
“...como
aquel hombre manso y puro, Francisco Díaz Quintero, todo seda y
perfil cuando conversaba, entre tierno y doloroso, junto a su Pepa de
refajo y pañolón y su hijo benévolo, y desborde y mandoble cuando,
con los puños en un nudo, como para no repartirlo por la cara de los
diputados comodines, defendía, quemada la cara de la vergüenza de
la humanidad, la justicia amarga o cómoda, en España y en Cuba.
Pero a Salvoechea, como a F. Díaz Quintero, le daban asco esos
ambiciosos de alquiler, rebeldes en el hambre y señorones en la
autoridad, que se reparten, con nombre de república y constitución,
la tiranía que derribó a sus voces a pujanza de sangre, la crédula
muchedumbre..."
En efecto,
el ideario político de Díaz Quintero estuvo colmado, entre otras,
por propuestas como la separación absoluta entre Iglesia y Estado,
una enseñanza académica obligatoria, gratuita y laica, una completa
reorganización territorial de los territorios ultramarinos,
considerándose provincia a algunos y estados a otros (sin
posibilidad de realizarse secesión alguna, pues la unidad de una
posible República Federal española estaba garantizada ante
cualquier decisión independentista unilateral sin un consenso pleno
entre las partes), así como la abolición de la esclavitud. Todo
ello, nos hace pensar, en fin, que su amistad con Martí respondía
mucho más al hecho de compartir un ideario manifiesta y
fervientemente republicano y de marcado corte anticlerical que a las
propias y expresas motivaciones revolucionarias e independentistas del líder
cubano.
BIBLIOGRAFÍA:
-DE
PAZ SÁNCHEZ, M. La gran decepción de José Martí.
IBERO-AMERICANA PRAGENSIA-SUPPLEMENTUM
19/2007. Universidad Carolina de Praga, Praga, pp. 275-284.
ISSN: 1210-6690.
-www.congreso.es
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