Desde el siglo XVII, y
hasta mediados del siglo XVIII, una gran parte de las costas
andaluzas, y en especial las onubenses, sufrieron constantes ataques
y saqueos por parte de corsarios y piratas berberiscos. Sin embargo,
fueron especialmente virulentos y reiterados los protagonizados por
el temible corso de la República de Salé.
Esta ciudad-estado
norteafricana, también llamada del Bu Regreg, tuvo su mayor
apogeo entre los años 1626 y 1668, localizándose geográficamente
en el territorio próximo a la actual ciudad marroquí de Rabat. El
surgimiento de este novedoso estado se produjo tras la venida e
instalación en ese territorio de un gran número de moriscos
expulsados, unos trescientos mil, por la Monarquía Católica de
Felipe III (1578-1621), quien decretó la expulsión paulatina de la
población morisca residente en el reino hispánico.
De tal forma, los
moriscos exiliados, ahora saletinos, tuvieron la necesidad de
construir un país autónomo debido, por un lado, a la conflictiva
situación que aconteció a su llegada en una gran extensión del
actual territorio de Marruecos tras la muerte del sultán Ahmed al
Manssur; cuyos hijos se disputaron el liderazgo del sultanato
mediante una cruenta guerra santa entre diversas regiones y, por
otro, al mantener entre ellos férreos lazos familiares, culturales y
un arraigo inquebrantable de pertenencia a una misma comunidad que
les hacía mantener viva su herencia hispánica.
Así, la república
saletina se conformó como un nuevo país instaurado por musulmanes
andalusíes, cuya cultura, tradiciones, ritos y la propia
organización social establecida difirieron mucho del otro islamismo
practicado por los autóctonos norteafricanos; aunque estaría
gobernado en un principio por un renegado corsario holandés, Jan
Janszoon van Haarlem (1570-1641), quien sería considerado el primer presidente de
esta república de piratas. Por todo ello, y hasta que consiguen su
completa integración secular con los nativos, tuvieron que buscar un
modo de vida que les resultase propicio para su subsistencia, algo
que consiguieron con el ejercicio del corso contra los que
consideraron ahora sus grandes enemigos, los cristianos peninsulares, entre otros.
El corsario Jan Janszoon van Haarlem, primer presidente de Salé. Fuente: www.historiek.net
En este sentido, la
actividad corsaria, que comienza como una actividad de represalia
contra el “país infiel” que los expulsó de su tierra, se va
tornando con el transcurso de los años como una rentable y
enriquecedora práctica económica para sufragar los gastos de la
comunidad islámica y el óptimo mantenimiento de las estructuras
republicanas de Salé y, si bien este pequeño país corsario tuvo su
mayor apogeo en el siglo XVII, estableciendo relaciones con países
enemigos del Imperio español como Inglaterra u Holanda, aun
subsistiría su actividad pirática durante el siglo posterior,
aunque en mucha menor medida, realizando ataques selectivos a navíos
y ciudades costeras hispanas.
Uno de estos tardíos
intentos de ataque fue el protagonizado por una fragata corsaria de
Salé que trataba de aproximarse a las costas onubenses con la
pretensión de saquear la ciudad de Huelva y otras poblaciones
próximas del litoral. En efecto, el día 10 de octubre del año
1766, y según la documentación de la época, se avistó una fragata
pirata aproximarse en medio de una gran tormenta marina y,
precisamente por la gran destrucción que ésta produjo, naufragó en las
proximidades de Punta Umbría.
Los testigos del
naufragio narraron que se trataba de un imponente navío, algo que
también fue ratificado por la documentación de la época; la cual
también nos narra que lo acompañaba, desde su salida en Salé, otro
navío similar en dimensiones que, por causa del temporal, tuvo que
derivarse hacia Cádiz. Ambos buques piratas contaban con una
dotación de unos ciento cincuenta hombres y estaban armados con
veinticuatro cañones cada uno.
Tripulación berberisca combatiendo desde un navío corsario. Fuente: www.abc.es
La documentación dice así en lo referente al naufragio onubense: "Des lettres de Huelva,
Bourg d'un Département situé sur cette côte, portent qu'une autre
Frégate de Salé, qui paroît en avoir déradé en même temps et,
ainsi que la Saletine, avant d'avoir son armement complet, avoit fait
naufrage, le 10 de ce mois, sur la pointe d'Umbria, entre Huelva et
Gibraleon; qu'on en a fauvé près de soixante personnes et que le
reste, dont le nombre étoit peu considérable, avoit été noyé
avec le Capitaine. On n'a point jusqu´a présent de détails plus
circonstanciés du naufrage de cette Frégate.."
Estos barcos corsarios de
la república de Salé eran navíos portentosos, pues fueron
construidos por técnicos holandeses especializados en construcción
naval o bien por saletinos asesorados por éstos. Sin embargo,
esta pareja de buquess piratas corrió una desfavorable suerte en su
intento de razia de la costa onubense, pues el derivado a Cádiz
encalló en la costa, entrándole diversas corrientes de agua por su casco,
perdiendo cinco cañones y muriendo setenta y siete corsarios;
mientras que, como sabemos, el otro navío corsario naufragó
completamente frente a la costa puntaumbrieña, salvándose sesenta
piratas y pereciendo el resto junto con el capitán.
BIBLIOGRAFÍA:
-Gazette
de France (7/11/1766). Gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale
de France.
-Gazette
de France (19/12/1766). Gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale
de France.
-Revue
Hespéris Tamuda, Vol. XIII. Université Mohammed. Editions
Techniques Nord-Africaines, Rabat, 1972.
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