La realización de festejos taurinos en la Sierra onubense, vinculados a celebraciones de índole religiosa principalmente, proviene de los siglos modernos. En este sentido, destacan los efectuados en cosos permanentes edificados desde los siglos XVI al XVIII en poblaciones como Rosal de la Frontera, Almonaster la Real, Alájar y Campofrío.
En efecto, y en lo que aquí nos atañe, existe constatación documental de que ya a principios del siglo XVII se celebraban un gran número de capeas en la, por entonces, aldea campofrieña con motivo de diversas celebraciones religiosas. Esta situación de lúdico esparcimiento taurino se mantendría constante a lo largo de todo el seiscientos y, con tal devoción por parte de los vecinos, que hubieron de barajarse opciones alternativas a las ya conocidas (y molestas para la vida cotidiana) de cercar plazas, amplios recintos abiertos o, por el contrario, levantar estructuras de madera a fin de desenvolverse en ellas el toreo de reses.
Así las cosas, habría que esperar hasta el año de 1716 para ver cómo el mayordomo electo de tal año, y perteneciente a la cofradía de Santiago de Campofrío, Luis Pérez Paián, elaboró una instancia que daría a conocer al Cabildo, Justicia y Regimiento de la villa de Aracena (que era la metrópoli de Campofrío) a fin de serle otorgada a la aldea una autorización pertinente para la edificación, con materiales duraderos, de un coso o plaza de toros en las cercanías de su viejo casco urbano, en una zona conocida en la época como “de las Cañadas”. Dicho documento solicitante se conserva en la actualidad y he aquí su trascripción:
“Yo Manuel Anttonio del Águila Scnº del rey nuestro Sr. Y del Cavildo de esta villa de Arazena Doy fee y testimº como oy día de la fcha se presentó zierta petizn qe su tenor a la letra es el sigte.
El Mayordomo de Sr. Santiago y los demás vecinos de la aldea de Campofrío ante V md como más lugar haya en derecho Parezemos y dezimos qe emos determinado de limosna de todos hazer Un coso Para lidiar toros de lo qual sigue mucho aumento de la cofradía de dho Stº. Por Cuia razón a V. Mdes Pedimos y suplicamos den lissenzia Para q dho coso se haga en el exido a entrada de nava el mentiño que es es el sitio más conveniente y no se sigue a gravio a persona alguna antes se v (....) dad de la cofradía y Gloria de dho Santo Sr.
Pedimos justicia & y juramos.= Lizdº Cañizares. DECRETO DEL CAVDº. Vista esta petición Por S md el Cavildo justicia y regimiento de esta Villa que firmaran juntos en su ayuntamiento Como lo acostumbran Dijeron Concedían y concedieron lisenzia a el Mayordomo de Sr. Santiago de la Aldea de Campofrio y demás vezinos de ella para que hagan el coso que refiere la petizión antes escrita en el sitio que en ella se menciona y Dn joseph de pineda rexidor Pase al dho sitio y aldea y reconozca si se la sigue perjuizio a Alguna persona o no y Para que en todo siempre conste lo declare y así lo decretaron y firmaron en la Villa de Arazena en veinte y nueve de agosto de mil setezientos y diez y seis años y que a estas partes se les dé testimonio.= Lizº Bergara.= Gallardo. Granados.= Balladare.= Garzia.= Lizº Barrera.= Pineda.= Tagle.= Manuel Antonio del Águila Scnº.
Como lo referido consta y pareze por la dha petición y decreto del Cavildo inserto a la letra que concuerda con su original qe queda en el libro Capitular de este presente año en mi oficio a que en lo necesario me remito y en cumplimiento de lo mandado por dicho acuerdo doy el presente en la dha villa a de Arazena en vte y nueve días del mes de Agosto de mil settecientos y diez y seis años.= Y lo signo y firmo.
En testimonio de verdad Manuel Anttonio del Águila Scnº”.
Tras ser aceptado por Aracena este requerimiento comenzarían, pues, las obras de la edificación de la plaza en el verano del año 1716, y cuyos fondos provendrían, en mayor medida, de aquéllos otorgados por la Cofradía, así como también de las diversas contribuciones monetarias de los vecinos más acomodados.
Cabe añadir aquí que este antiguo coso, de sobria arquitectura, estaría formado en sus orígenes por menos elementos arquitectónicos que los existentes hoy día en base a sus sucesivas reformas (en el 1936 y el 1977). Así, en fechas actuales, se constata la presencia de elementos como el graderío, la barrera, el callejón, el burladero, la presidencia, los corrales y toriles. La plaza posee, igualmente, un grueso muro de forma circular elaborado con mampostería y tapial, de 2´5 metros de altura, que circunda y protege el coso.
El coso taurino de Campofrío. Fuente: www.huelvared.com
Por su parte, resulta esclarecedor observar en el “Libro de Cuentas” de la cofradía santiaguista el hecho de que a Miguel Martín, Hermano Mayor de los dos años de 1718 y 1719 se le haga cargo, al rendir las cuentas de su gestión, de una suma de unos “...diez y Seis Reales de vellón que balió la ierba del Cosso.”; siendo éste un testimonio documental irrefutable de que la plaza de toros de la por entonces aldea de Campofrío ostenta el honor hoy día de ser una de las que posee una mayor antigüedad de todas las construidas en territorio español, rivalizando únicamente con el coso de la Villa de Béjar, en Salamanca, y superando con mucho en antigüedad a cosos como pueden ser el de “La Real Maestranza” de Sevilla (construido en 1733), Zaragoza (1764), Acho de Lima (1765) y Ronda, que fue edificado en 1783.
Entrando ahora en un terreno más legendario, comentaremos, a modo de curiosidad, un hecho recogido en la obra del año 1728 “Relaciones de la Augusta Monarchía... y cosas notables de la orden de San Francisco” del fraile Joseph de la Encarnación, y quien era profeso de la Casa Grande de San Francisco de Sevilla; consistente en afirmar que durante las celebraciones tauromáquicas propias en honor del patrón Santiago de aquél mismo año, sucedió que tras una lidia, al proceder el torero a clavar los estoques al animal, salieron éstos rebotados tras un brusco movimiento de la res, con tan mala fortuna que fueron a clavarse en el cuerpo del fraile allí presente, Juan de la Presentación.
Ante tal acontecimiento, el aterrado público que asistió al espectáculo comenzó a proferir gritos encomendándose inmediatamente al patrón de España en tales términos: “¡Santiago, Santiago, libra a Campofrío!”. Al poco, el religioso se pudo incorporar nuevamente, comprobando que las espadas únicamente atravesaron sus ropajes, sin causarle daño alguno.
En conclusión, aparte de celebraciones tauromáquicas, la plaza campofrieña acoge hoy día la celebración de diversos festejos taurinos y ecuestres celebrados durante las fiestas patronales de la localidad serrana, perdurando su sobria arquitectura como un destacado legado no sólo de la historia del toreo onubense sino también española, conformándose por si misma en un edificio que por su antigüedad y permanencia en el tiempo merece ser rescatada del olvido histórico y erigirse en una muestra más de la ancestral tradición taurina que siempre llevó a gala el Reino de España durante siglos.
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