La provincia de Huelva albergó en su territorio diversos grupos masónicos, en especial durante finales del siglo XIX y principios del XX, constituyendo uno de los aspectos sociales más desconocidos de nuestra Historia.
El origen histórico de la Masonería se remonta a los gremios medievales, en especial a los canteros especializados en la construcción de catedrales, aunque no será hasta el siglo XVIII cuando estas asociaciones comienzan a organizarse en mayor modo, con determinadas reglas y formas de conducta determinadas.
En este sentido, los masones adquirieron toda una serie de ritos, lenguaje y símbolos propios, característicos del antiguo arte de la Arquitectura. Así, como muestra de esta particular semántica, podemos decir que palabras clave de las órdenes masónicas, como pueden ser la propia “masón”, que significa “albañil”, así como también “logia”, que es sinónimo de “taller”, se hallan en íntima relación con el antiguo lenguaje de los canteros y el ámbito edilicio antiguo.
Cada logia estaba constituida por un determinado número de miembros o “hermanos”, quienes debían seguir fielmente una serie de preceptos y reglas, basados en códigos de conducta inspirados en ideas tales como la fraternidad y la tolerancia, características del nuevo orden ilustrado que comenzaba a instalarse en la Europa del siglo XVIII.
Reunión iniciática de masones en el siglo XVIII. Fuente: www.droit-humain.org
Los masones debían ser personas intachables, con una excelsa moralidad, y debiendo asimismo contribuir a la sociedad con acciones tales como la ayuda a la beneficencia, la creación de escuelas y bibliotecas, la celebración de certámenes literarios, etc. Además, y desde un punto de vista organizativo, la Masonería se dividía en las llamadas “Logias” y “Triángulos”, dependiendo del número de miembros, que estaban supeditadas a otros centros directivos de mayor rango, las “Grandes Logias” y los “Grandes Orientes”.
En España, la Masonería se caracterizó por poseer un marcado carácter anticlerical, así como ejercer una gran fuerza contra la instauración de cualquier régimen dictatorial, todo ello en base a su identidad liberal, adquirida desde sus más primarios orígenes. De tal forma, vemos que los masones hicieron su aparición en la provincia de Huelva en el año 1870, creando tres logias: la “Triángulo nº 56” y la “Cartaya nº 94” en la capital y la denominada “Hijos del Triángulo nº 79” en la localidad de Valverde del Camino. También, desde Huelva surgirían otras logias que se instalarían en Ayamonte, Moguer y Riotinto, instalándose en esta villa la primera logia, “Diógenes nº 184”, en el año 1884.
Entrado ya el siglo XX, la Masonería padeció un gran declive en el territorio onubense, y habría que esperar al año 1923 para asistir a un cierto renacer de la cultura masónica en Huelva, gracias al nacimiento del “Triángulo Minerva” y, a partir del 1925, surgirán nuevos talleres, constituidos en su mayoría por antiguos miembros de logias masónicas sevillanas.
Igualmente, el funcionamiento de las logias onubenses venía determinado por la realización de las denominadas “Solicitudes de Socorro”, esto es, requerimientos de tipo económico, la “Lectura de Planchas”, es decir, la lectura de cartas y circulares, la “Exposición de Piezas de Arquitectura”, o sea, la realización de diversos discursos y conferencias y el “Tronco de Beneficencia”, que era dar limosnas destinadas a obras de caridad.
Sin embargo, las relaciones de los masones con las autoridades políticas del momento no fueron todo lo cordiales que se esperaban, al menos en Huelva, pues durante la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera, en concreto en mayo de 1925, fueron detenidos un total de ocho miembros de la logia “Minerva” de la capital y, unos meses más tarde, fue clausurada definitivamente.
Estas actuaciones contra los masones onubenses venían dirigidas desde los poderes políticos supuestamente por su oposición a todo tipo de régimen dictatorial, en base a su afecto a los principios liberales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y que el Gobierno consideró podría tratarse de grupos subversivos para el orden social establecido.
No obstante, entre los años 1926 y 1928 surgen nuevas logias y “Triángulos” en Huelva y en otros pueblos de la provincia. Prueba de ello son los datos de miembros de las distintas logias onubenses en aquél año: la Logia “Minerva” poseía unos 37 miembros, la “Soto-Vázquez”, 33, la “Cañavate” otros 37 y la “Redención” 45 miembros. Instaurada la República el 14 de Abril de 1931, la Masonería no tuvo acoso alguno a la hora de promulgar sus ideas y celebrar sus actos, aunque entre 1933 y 1934, el número de miembros pertenecientes a las logias onubenses decayó considerablemente, en especial por la gran escisión que padecería el Partido Republicano Radical, al que pertenecían la mayoría de los masones instalados en Huelva.
Los masones onubenses pertenecían a clases sociales distintas, al igual que poseían también profesiones muy variadas, apreciándose oficios tales como artesanos, torneros, fogoneros, mineros, trabajadores portuarios, industriales, médicos, maestros, abogados o comerciantes.
Finalizada la Guerra Civil y una vez promulgada la Ley de Responsabilidades Políticas, se declaró ilegal cualquier logia masónica en territorio hispano, ya que se estimó que la Masonería contribuyó al declive de la nación española, juzgándose a cualquier persona sospechosa de haber pertenecido a una logia; erradicándose por entonces la asociación de estas personas que, siguiendo preceptos de organización y reglamentación de corte gremial medieval, constituyeron una organización restringida que, en base a su propio hermetismo, fueron blanco de criticas y acciones hostiles contra su existencia al ser considerada como una sociedad secreta y, por ende, perniciosa para el devenir del país.
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