¿Qué es la Historia?

"La Historia cuenta lo que sucedió, la Poesía lo que debía suceder"

Aristóteles (384-322 a.C.)

miércoles, 8 de febrero de 2012

El memorial a los caídos en la I Guerra Mundial

En la localidad onubense de Minas de Riotinto se halla uno de los dos únicos monumentos honoríficos existentes en la Península Ibérica dedicados a los caídos británicos en la Gran Guerra.

En efecto, existe en un pequeño espacio del barrio británico de Bellavista, lejos de las miradas de curiosos y turistas que hoy se acercan allí a contemplar la belleza de la sobria arquitectura británica que conforma el recinto, un monumento que fue erigido con la intención de honrar la memoria de cinco miembros de la Compañía británica que se alistaron durante la I Guerra Mundial y que murieron, en un lejano frente de batalla, cumpliendo con su deber y por una causa en la que creían sobradamente.

Dicho monumento, junto con otro erigido en Gibraltar, son los dos únicos alzados en la Península Ibérica cuyo fin era el de rendir el merecido homenaje a los británicos que murieron en la I Guerra Mundial y que, en base a que tuvieron alguna relación con las tierras españolas para el caso que nos ocupa, Inglaterra estimó la construcción de tales monumentos en estas tierras, las mismas que tuvieron que abandonar para servir a su país, encontrando la muerte en las cruentas batallas no conocidas hasta entonces; y que precisamente para honrar su memoria, perviven hoy día como legado de su sacrificio.


                 Inscripción honorífica del monumento. Fuente: www.recuerdosderiotinto.blogspot.es

El monumento erigido en el barrio de Bellavista es una construcción muy simple. Se conforma por una pequeña pirámide de grandes losas de piedra de gossan superpuestas en tono ascendente, un pequeño cuerpo a modo de altar con una inscripción en placa metálica en su parte frontal, y sobre éste una columna de estilo dórico con escasa decoración. Pero, sin duda, el elemento de mayor importancia de toda esta construcción honorífica viene dado por la inscripción de la placa anclada en el altar anteriormente mencionada y que  reproduzco a continuación:

IN HONOURED MEMORY OF THE MEMBERS OF THE STAFF AT RIO TINTO MINES WHO FELL IN THE GREAT WAR 1914-1919.

Como hecho anecdótico cabe mencionar aquí el error manifiesto de impresión en la placa metálica, pues como se sabe, la I Guerra Mundial acaeció de 1914 al 1918, por lo que la aparición de la fecha 1919 bien pudiera tratarse de un error o, por el contrario, se pretendía reflejar la fecha de la firma del Tratado de Paz. A continuación de este escrito, se detallan los nombres de los caídos en combate pertenecientes a la R.T.C.L. Nombres británicos que, tras la pertinente investigación histórica con el cotejo de diversos legajos pertenecientes a la Compañía inglesa, relativos a las fichas personales de estos cinco empleados, me propongo enumerar:

El primer nombre es el de Wilfred V. Gilbert, quien fue dado de alta en la Compañía el día 14 de Junio del año 1907, trabajando en el departamento de Muelle de Embarque, y siendo su empleo el de Assistant Chef. En los años 1908 y 1909 su salario fue de ciento cincuenta libras y, del 1910 al 1911, fue aumentado a ciento noventa libras. Cuando muere en combate, en el año 1915, cobraba doscientas quince libras.

Otro de los honrados en el monolito es Alphonse E. Le Grand, quien nació en 1885. Se dio de alta en la Compañía el día 16 de Noviembre de 1910, siendo su ocupación la de Premier Assistant Chef. Tenía un salario de cuatrocientas libras al año (cifra ésta que no se alteraría hasta 1913, año en que se le incrementó en veinticinco libras). Asimismo, le fue concedida la Medalla de Oro por el Consejo o Board de la Rio Tinto Company por participar con el equipo de rescate en un salvamento de víctimas en un incendio que tuvo lugar en el Pozo Alicia, sito en las minas riotinteñas, en el año 1913.

Fue muerto también en la guerra, siendo miembro del staff de la Compañía británica, John T. Glen, quien se sabe que nació en el 1888. Igualmente, fue dado de alta en el Board el día 1 de Junio de 1914, trabajando como Assistant Engineer, y siendo su salario de doscientas libras al año. Murió un año después de haber sido contratado por la R.T.C.L., en el 1915, en el frente.

También aparece reflejado en el monumento el nombre Stephen Johns, quien nació en 1891. Fue dado de alta en el Board el día 21 de Agosto de 1914. Su ocupación era la de Assistant Engineer, percibiendo un salario de unas ciento cincuenta libras al año, salario que no llegaría a percibir al completo puesto que murió en combate ese mismo año, en 1914.


 El memorial a los caídos británicos en la Gran Guerra. Fuente: elaboración propia.


Por último, la inscripción del monumento nos refiere los datos de Harold H. Vardy, del cual la documentación es más profusa, y nos refiere que nació en Londres en el 1865 y murió en combate en el año 1917. Su ocupación en la Compañía era la de ingeniero, trabajando como superintendente en Tráfico Mina. Fue dado de alta en el Board el 22 de Enero del año 1908. En los años 1908 y 1909 ganó trescientas cincuenta libras al año, incrementándose anualmente veinticinco libras hasta el año 1912. Su última peonada fue el 4 de Octubre de 1917. Vivió en la vivienda número 32 de Bellavista junto con su esposa Katherine, quien era natural de Londres.

Sus hijos fueron Kathleen, nacida en Riotinto el 28 de Julio de 1909, y Hugh Kenneth, nacido en Riotinto el 29 de Junio de 1913. Tuvo por padres a John y Sarah Vardy, y sus suegros fueron Richard y Katherine White. Asimismo, estaban a su servicio en 1915 las criadas Bibiana Villarino, de veintiún años y residente en la barriada riotinteña de Mesa de los Pinos (hoy denominada El Alto de la Mesa); y Josefa Jareño, de veinticuatro años con residencia en El Campillo.

Se trata, en fin, de datos personales sobre empleados que cualquier compañía de la época solía archivar a fin de conocer lo máximo posible sobre su plantilla y que, llegado el caso, solían adornarse con informes negativos si se trataba de personas conflictivas o susceptibles de albergar ideas sindicalistas, tan necesarias para conseguir determinados derechos sociales de sus trabajadores españoles, a la par que nocivas para una Compañía de principios del siglo XX cuyo objetivo prioritario era la consecución de beneficios anuales, sea cual fuere las tierras donde estuvieran establecidos.

No obstante, tras estos datos se encuentran cinco personas que, movidas por la llamada del deber, acudieron sin dilación donde su país les requería: a los frentes de Verdún, del Somme, y de tantos otros campos de batalla europeos que no fueron sino cementerios para miles de jóvenes soldados británicos, franceses y alemanes y que, por ello mismo, sus respectivos países trataron de honrar de diversas formas, siendo una de ellas la erección de monumentos como el que podemos apreciar en tierras onubenses.




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