La ciudad de Huelva se configuró en época romana como una destacada urbe de la Bética occidental, con una estratégica posición marítima y detentadora asimismo de numerosos recursos que explotaría durante siglos.
A la hora de acercarnos al estudio de una temática concreta de la Antigüedad, sea cuál fuere, resulta del todo necesario acercar las visiones que nos ofrecen sobre la misma la ciencia arqueológica (estudio de la cultura material) y la disciplina histórica (estudio y análisis de las fuentes escritas), a fin de que ambos campos de investigación, una vez complementados, nos puedan ofrecer un resultado más veraz del pasado objeto de estudio y aporten informaciones más complejas.
No obstante, para el caso que nos ocupa, la ciudad de Huelva adolecía en los siglos modernos (cuando aparecen los primeros historiadores preocupados en averiguar los orígenes de la ciudad) de destacados restos que manifestaran sin duda la existencia en el subsuelo de la capital onubense de estructuras claramente identificables que indicaran la existencia de la Onuba romana clásica, tratada por las fuentes griegas y latinas en diversas obras geográficas e históricas. Únicamente la aparición de pequeños objetos descontextualizados, así como también la pervivencia de algunos tramos del acueducto, permitían suponer la existencia del antiguo sustrato romano configurador de la vieja Onuba bajo el suelo de la Huelva de los siglos modernos.
Sin embargo, el historiador Rodrigo Caro, en el siglo XVII, pensó que la antigua ciudad romana de Onuba se hallaba en el actual Gibraleón, puesto que no identificó ningún vestigio de época romana en la Huelva de su tiempo. No obstante, un siglo más tarde, el insigne filósofo y teólogo Jacobo del Barco aclararía por fin la localización de la antigua Onuba, adscribiendo su situación con la de la ciudad de Huelva, defendiendo esta idea en su obra “Disertación histórico-geographica, sobre reducir la antigua Onuba a la villa de Huelva”, editada en 1755.
Hoy día la situación es bien distinta, pues son múltiples las investigaciones efectuadas dentro del ámbito arqueológico en la capital onubense y, por tanto, numerosos los restos y vestigios de época romana hallados bajo el suelo de nuestras calles. Por ello mismo, aquí analizaremos las referencias a la Onuba romana aparecidas en las fuentes documentales griegas y latinas principalmente, completadas con los datos más concluyentes aportados por la Arqueología reciente.
A este respecto, hemos de mencionar a Posidonio de Apamea (135-50 a.C.), quien ya efectúa las primeras referencias históricas sobre Onuba; siendo estas citas mencionadas, a su vez, por el geógrafo griego Estrabón en su magna obra “Geografía”. Igualmente, otro autor, el romano Pomponio Mela, hace alusión a Onuba en su obra formada por tres libros y titulada “De chorographia”, convirtiéndose este escrito, asimismo, en una referencia para todos los autores posteriores.
También, la Huelva romana aparece mencionada por autores tales como Plinio el Viejo (23-79 d.C.), quien le otorga además el sobrenombre de “Onuba Aestuaria”; e igual sucede entrado ya el siglo II, cuando Claudio Ptolomeo menciona a Onuba junto con otras ciudades próximas a su entorno. Además, Onuba quedaría referenciada en los “Itineraria”, apareciendo tanto en el “Itinerario de Antonino” como en el “Anónimo de Rávena”. De todo ello se infiere la situación de Onuba como perteneciente, en primer lugar, a la “Provincia Ulterior”, tras la división administrativa que efectuó el Senado Romano en Hispania en el 197 a.C. Así, quedaría adscrita a este territorio hasta el 27 a.C., cuando el emperador Augusto reestructura la “Ulterior” en dos, la “Provincia Ulterior Lusitania” y la “Provincia Ulterior Baetica”, quedando Onuba en este territorio.
Monedas romanas acuñadas en Onuba. Fuente: www.denarios.org
En el Medievo no existen muchas referencias en las obras geográficas e históricas a la antigua Onuba, únicamente autores como Al-Idrisi (siglo XII) y Al-Himyeri (siglo XV) aluden a algunos restos visibles de la antigua urbe romana, tales como las ruinas del acueducto, edificaciones, restos de muros defensivos, etc.
Por su parte, entrados los siglos propios de la Edad Moderna, comienzan a efectuarse investigaciones a tenor de los restos que empiezan a emerger fruto de las primeras excavaciones realizadas en la ciudad, permitiendo de esta forma suponer muy a las claras que Huelva era la Onuba de época romana. Además, otros autores del siglo XVIII que convendrían en afirmar la coincidencia entre Huelva y Onuba serían, asimismo, Juan Agustín de Mora y Miguel Pérez Quintero; y, ya entrado el siglo XIX, dicha formulación sería nuevamente defendida por Pascual Madoz, Manuel Climent y Rodrigo Amador de los Ríos. El estudio de todas estas obras, sumado a las conclusiones resultantes de las sucesivas excavaciones arqueológicas efectuadas en Huelva durante el siglo XX, nos hablan de que la ciudad romana de Onuba se extendería principalmente por los extintos cabezos de San Pedro y El Molino, continuándose pues la ocupación humana existente en tal área desde el II milenio a.C.
La puerta de entrada a la ciudad romana, que perduró hasta el siglo XVIII, la existencia de un acueducto (para el abastecimiento de la ciudad y huertas y cultivos cercanos), así como la acuñación de moneda en época republicana, hacen suponer que Huelva fue, en fin, un “oppidum” de gran importancia agrícola y ganadera; aunque, siendo la ciudad lugar para la salida natural de los minerales extraídos principalmente en las minas de “Urium”, por hallarse en la desembocadura de los ríos Luxia y Urium (Odiel y Tinto), es de suponer que también alcanzase una destaca importancia como núcleo metalúrgico, al igual que productor agropecuario, en base a su manifiesta adscripción a la industria del salazón, documentada en base a los restos de factorías que han sido hallados gracias a la investigación arqueológica.
Gracias! me ayudó para un trabajo :)
ResponderEliminarDe nada, y muchas gracias por el comentario. Un cordial saludo.
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